Tula, bomba de tiempo

Peón por mucho tiempo en el ajedrez político de José Guadarrama Márquez y su Frente Democrático Hidalguense (FDH) para convertirse en una de las tres tribus predominantes durante tres lustros, Manuel Hernández Badillo, en 2021 consiguió ya sin la tutela del jacalense logró su sueño dorado de ser el segundo presidente municipal de Tula de Allende postulado por el Partido de la Revolución Democrática (PRD).

Pero como suele pasar, alcanzan el objetivo y se empeñan en dilapidar el capital logrado, así que hoy encabeza un gobierno que da tumbos, que ya está lejos de quienes le dieron su voto e incluso de la dirigencia estatal del Sol Azteca y cada día se queda solo mientras crece la delincuencia común y la organizada a tal grado que hay quien se atreve a asegurar que el “alcalde tiene relaciones peligrosas”.

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Pero compromisos incumplidos, la escasa o nula solidaridad con los afectados por las inundaciones de septiembre de 2021, las pugnas políticas internas, pero sobre todo la violencia producto de la inseguridad tienen a Tula de Allende al borde de la ingobernabilidad, que puede conducir a grupos de ciudadanos organizados a solicitar al Congreso local un juicio de procedencia contra Hernández Badillo.

El número de homicidios dolosos creció el último trimestre, se reactivó con fuerza la actividad huachicolera y hay quejas hasta por servicios básicos como tramitar un acta de nacimiento, lo que aumentó el crispamiento social que no ha bajado de tono por la falta de apoyos para los damnificados de las inundaciones y porque no se ha eliminado el riesgo de nuevos siniestros.

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Esto ha convertido a Tula de Allende en una bomba de tiempo que en cualquier momento le puede estallar en las manos a Hernández Badillo, quien estima que controlando a la opinión pública y a la mayoría de la asamblea municipal, puede ocultar la realidad de este estratégico municipio.