Decían que “cuando se ama de verdad no importaba no ser correspondido, que si tu amor es real amas aún sin devolución”… yo tengo mis dudas, ¿es posible ser feliz al lado de alguien que amas y no te ama?, ¿es sano depositar tu vida en la espera?, ¿qué te tendría que mantener amando a quien elige a otra persona?…
Obviamente, el mundo está repleto de historias de amor no correspondido, de relaciones idealizadas y justificaciones que llegan a mirar al desamor como algo cotidiano y en el peor de los casos como “romántico”, cuando es todo lo contrario, sin reciprocidad un vínculo jamás podrá ser de calidad, pasar la vida esperando por alguien que no está dispuesto a coincidir y sobre todo, a conectar contigo te niega la oportunidad de construir una relación de pareja en la que te sientas pleno.
En las relaciones de pareja, nadie está obligado a corresponder, nadie tiene que amar para siempre, el amor y la relación en sí misma se siguen construyendo y manteniendo en el día a día y si nunca fue mutuo o deja de serlo ya no es.
Y si, el dolor emocional al no ser correspondido es uno de los dolores más grandes que se pueden experimentar (lo que se incrementa aún más con las creencias respecto al amor romántico), por supuesto que duele no ser amado, para superarlo hay que transitar por la tristeza, elaborar el duelo y cerrar ese capítulo con la fortuna de saber que eres tú el origen del amor que sientes, quien no te ama no se lleva el amor para siempre.
Por lo tanto, no es el amor el motivo de sufrimiento sino el cómo se vive y lo que se espera de este, amar a alguien que no corresponde sería válido si no hubiera sufrimiento de por medio.
En ocasiones le tenemos miedo al dolor, pero el dolor es un gran maestro, es sabio, cuando el amor duele es porque nos está mostrando qué hay que solucionar, mejorar o admitir el final, si no escuchamos al dolor, si no le creemos este hará todo para que lo hagamos, incluso convertirse en sufrimiento.
Amar si no es de ida y vuelta no es conveniente para nuestra salud física y mental, aún entonces, sufrir por no ser correspondido es sumamente común, es natural que nos ocurra alguna vez en la vida, dos o tres, y esto debería ser suficiente para comprender que el mejor amor es el que es mutuo no ese por el que se llora y se sufre, sino aquel que brinda paz, estabilidad, que da alegría, enriquece, no el que resta ni aquel con el que nos quedamos en deuda con nosotros.
Obviamente, hemos comentado que la pareja o la otra persona tiene derecho a no corresponder o no amar, eso no está a discusión, el derecho a elegir si quiero amar y a quien, no es negociable, sin embargo, es indispensable hablar con honestidad, admitirlo y expresarlo con respeto, y la otra parte por supuesto, reconocerlo y aceptarlo.
Cuando sabemos claramente que no es mutuo cada quien puede elegir cómo vivirlo, si no hay engaño puede ser doloroso, pero es preferible saberlo a vivir en la mentira, el amor sano, el que enriquece y nutre nuestra vida es el amor que nos hace bien, que al sentirlo nos invita a la vida, es el amor recíproco, incluso entre padres e hijos, en la familia, con los amigos, lo deseable, lo sano es desear, esperar que sea así, que el cariño, el respeto, la confianza y la decisión de permanecer sean mutuos.
Uno puede decidir querer alguien que no te quiere, pero lo que uno no debería elegir es querer a alguien que te lastima: todos deberíamos querer a alguien que no duela, ese es otro tipo de desamor que lastima aún más.
¿Qué interfiere en esos amores que duelen?
Los mitos amorosos
Nuestras creencias sobre ser pareja
La historia de vida
El autoconcepto y la autoestima.
Se necesita quererse para elegir el buen amor: uno que nos quiera bien, bastante y permanentemente.
Si no hubo devolución amorosa en la familia se tiende a buscar en la vida amorosa de adulto lo que no se tuvo y sentirse erróneamente atraído hacia quien no quiere o no puede amarte, pero uno puede negarse a repetir la historia haciendo un trabajo personal, descubriéndose como una persona querible y con derecho a la reciprocidad.
Decía Bert Hellinger que “en los cuentos de hadas suena bonito eso del amor no correspondido, pero que en la vida real todo amor que no es mutuo se vuelve tóxico”
Porque cuando no es mutuo se rebasan los límites, si no es mutuo tarde o temprano se estará en desventaja o terminará siendo una relación donde el que gana, gana siempre y el que pierde, pierde siempre, y esto no aporta bienestar.
La responsabilidad afectiva en las relaciones incluye igualmente comunicarle al otro incluso, lo que no se siente.
El amor hacia otro no debe hacerte olvidar que tienes una responsabilidad contigo y que esta incluye el alejarte de lo que te cause sufrimiento emocional y preferir una soledad digna o enamorarte de quien esté en la misma sintonía contigo y elija enamorarse de ti.
Si no te hace sufrir que no te quieran o no te correspondan es tu derecho elegirlo, aunque es muy poco probable que la indiferencia de quien amas no termine afectándote, somos seres sociales, estamos inmersos aún en una cultura donde el amor es deseable, psicológicamente lo requerimos, en todas sus versiones, en cada tipo de relación, incluso en las abiertas si no es mutuo el acuerdo de que así sea, será una relación que terminará doliendo, los vínculos de calidad nos exigen que si bien la pareja tiene diferencias y desencuentros el amor no duele permanentemente y la premisa básica en una pareja es que ambos se vivan mutuamente como tal.
La soledad no se cura buscando amor en donde no lo hay, esa soledad en compañía duele más.
No es fácil decirle adiós a una persona que amas pero inevitablemente será más difícil y costoso aferrarte a no dejarla ir, aún si ya solo está en tu mente.
¿Y ante la posibilidad de ser amada o correspondido en el futuro o de aprender a disfrutar de tu propia compañía, cuál es la necesidad de sufrir por quien no te ama?
Créeme, si no es mutuo, es mejor que no sea.
¡Abrazos!
Lorena
Psicoterapia y conferencias.