Por: Dino Madrid
En las tienditas, en los gimnasios, en las farmacias, bueno, hasta en los hospitales, y claro, también en los festivales musicales.
Pero no nos engañemos, no es magia, es marketing, mucho marketing. Electrolit es agua, azúcar y un discurso publicitario que ha sabido vender “salud” en botella.
Detrás del eslogan de “hidratación total” se esconde una verdad muy amarga: exceso de azúcar y evasión fiscal. En México, esta empresa factura más de 16 mil millones de pesos al año, y lo hace bajo una sutileza: se registró como “medicamento”, no como bebida azucarada. Eso le permite no pagar ni IEPS ni IVA, lo que significa que el país ha dejado de recaudar casi 12 mil millones de pesos. Doce mil millones que pudieron ser escuelas, hospitales, caminos. Hoy están en cuentas privadas que, curiosamente, invierten más allá de nuestras fronteras.
Y por si fuera poco, la OMS recomienda 13 gramos de azúcar por litro en un suero. Electrolit tiene casi 50. Cuatro veces más. Lo que menos hace es hidratarte: te engancha. Es un refresco con bata blanca, sin sellos, sin regulación, sin ningún tipo de responsabilidad.
Electrolit no vende sueros, vende ilusiones. Juega a ser medicina cuando le conviene, y a ser refresco cuando le deja ganancias. Se mueve entre la salud pública y la trampa comercial.
La pregunta es inevitable: ¿hasta cuándo vamos a seguir creyendo que algo tan dulce puede ser tan inocente?, en este caso lo que parece ayudarnos, es justo lo que más nos hace daño.
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