¿Se debe resignificar la movilidad urbana?

“En los momentos de crisis, sólo la imaginación es más importante que el conocimiento.”  

Albert Einstein. 

Es indiscutible que la pandemia (que aún continuamos enfrentando) afectó muchas esferas y contrario a lo que podríamos creer la movilidad urbana fue uno de los sectores que tuvieron que innovarse de forma significativa. 

El término movilidad, hace referencia en términos generales al desplazamiento de personas dentro de un espacio físico, y de forma usual ha sido relacionado a la facilidad con la que la población se traslada en los entornos urbanos gracias a los sistemas de transporte o bien al uso de automóviles. 

Derivado de una serie de acciones implementadas alrededor del mundo la oferta y demanda de viajes se redujo de forma considerable, e incluso los cambios no solo se dieron en vuelos o transporte público que derivado de la aglomeración con que fueron asociados se dejaron de usar, sino que a la par se ha dado un amplio incremento en opciones como el uso de bicicleta, scooter, patines o incluso caminar. 

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Desde hace varios años y con la puesta en marcha de la producción en cadena, se ha dado preferencia al uso del autos por encima del transporte público o de algunas ideas alternativas como las antes mencionadas, de acuerdo a información del índice de Movilidad Urbana de 2019, emitido por el Instituto Mexicano para la Competitividad entre 1990 y 2015 los vehículos crecieron 3.5 veces más rápido que la población lo que en algunas ciudades ha ocasionado que en horas pico la velocidad promedio de un automóvil puede ser inferior a la velocidad promedio de una bicicleta. 

Pero además del tiempo y la probable inversión que se realiza de forma diaria para el traslado, el factor del cambio climático juega un papel esencial para repensar la movilidad, es por ello que la revolución de la micromovilidad podría llegar para demoler esquemas y replantear opciones para el planeta y el desplazamiento urbano; ¿podría el uso de servicios de bicicletas, compartidas o personales, convencionales o eléctricas, aunadas a scootershoverboards, patines y patinetas estar listos para convertir el transporte urbano en algo más conveniente y barato? 

La respuesta debe analizarse de forma pormenorizada, y el Think Tank estadounidense RAND Corporation a través de su publicación Micromovilidad: ¿Cómo sabremos cuándo está funcionando? propone que para que este giro al traslado de personas pueda operar adecuadamente, se deben de hacer una serie de preguntas de base, por ejemplo: ¿Es ampliamente utilizado? ¿Es seguro? ¿Funciona sin crear otros problemas para los usuarios? y ¿Es asequible y accesible?, entre otras.   

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Además, aunque se quisieran olvidar los daños y la desigualdad causados por la pandemia, en datos de su reciente informe: Ciudades y Pandemias: Hacia un futuro más justo, verde y equitativo, publicada por ONU Habitat es necesario que los líderes y planificadores urbanos repiensen cómo las personas deben moverse a través y dentro de las ciudades, utilizando las lecciones del COVID-19.  

Se debe reconocer que el cambio en la visión sobre la movilidad debe someterse a un cambio radical, pero lo más importante, es seguir sentando las bases políticas, sociales y de diseño urbano para que esto no solo se quede en una fase, sino que se convierta en una verdadera revolución. 

*Analista en temas de Seguridad, Justicia, Política y Educación.  

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