Reflexiones sobre el 8M

Han pasado dos años desde aquel 8M en el que las mujeres llenaron las calles del país. Las emociones eran diversas: indignación, rabia, hartazgo, miedo y también alegría, ternura, celebración.

La respuesta del estado: represión, golpes, denuncias.

Todo parece indicar que habrá una gran convocatoria a esta marcha. Sí, con cubrebocas, gel antibacterial y gran, gran presencia policial.

Al interior del movimiento se están dando discusiones que demuestran que, por más que hablemos de la complejidad humana aún somos hijas de la opresión y ahí vamos a replicarla.

Algunas dicen que la marcha debería ser solemne. Otras que solo es para “mujeres” y que las mujeres LBTIQ no tendrían porque estar ahí.

¿Cuál es la manera adecuada de protestar?

Todas, mientras no se agreda a otra persona. Si alguien quiere marchar en silencio o bailar o gritar o rayar o reír: es igual de válido y poderoso.

La alegría,la risa y la felicidad son emociones que se le quieren negar a las personas y que si las vives, se quieren usar para prohibir la manifestación. Si las vives parece que no tienes nada de qué quejarte.

Demostrar estás emociones de manera colectiva es una manera de demostrar que a pesar de todo, aquí se está.

Fiscalizar la protesta es otra forma de dominación.

¿Quién es mujer?

Monique Wittig decía que las lesbianas no somos mujeres, porque esa categoría se nos había negado por desobedecer el mandato heterosexual.

En ese mismo sentido, varias mujeres racializadas, indígenas, del sur global han cuestionado si son mujeres.

Reducir ser mujer a tener una vulva, ser heterosexual, blanca y otras categorías de privilegio es perpetuar la opresión.

En cada una de nosotras convergen varias realidades que además no son estáticas. De acuerdo a la edad, la educación, la salud, el empleo, situación económica e incluso región donde se esté, se puede estar en una posición diferente entre la opresión y el privilegio.

Solo ver aquellas características que podrían provocar la opresión en nosotras, es un discurso victimista que alimenta al sistema. Nos separa, nos hace pensar que no podemos resonar con otras y otres.

El 8M se ha convertido en una fecha que nos convoca a todas y seguir cayendo en discursos que discriminan y violentan es no entender el espíritu de una fecha que conmemora la lucha que iniciaron las trabajadoras.

Pretender decir quién si es o no es una mujer, es dominación, opresión, violencia.

Las calles son nuestras, de todas. 


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