Ya están las reformas a la Constitución sobre la mesa y antes de discutirlas debemos tratar de reflexionar sobre algunas cosas.
Una de las primeras preguntas que deberíamos de hacernos es, ¿por qué ahora el presidente busca reformar el 37% del total de los artículos de la Constitución? Querer modificar de golpe tantos artículos de la Constitución no es algo que se debería de tomar a la ligera, menos si es en tan poco tiempo. La Constitución es ese conjunto de reglas que rigen nuestra convivencia y de ahí su importancia. En ese conjunto de leyes se van a unir ideas comunes y de esta forma vamos a poder tener una convivencia pacífica, pero también la Constitución cumple una función esencial que es limitar a la autoridad pública, la Constitución impide que esa autoridad pase sobre nuestros derechos y libertades. La Constitución es algo muy importante y querer cambiarla tanto en tan poco tiempo nos debería de poner a pensar sobre si es buena idea o no.
No es que una Constitución no se deba cambiar, de hecho una Constitución debe de ser dinámica, el mexicano de hoy es completamente distinto al mexicano de principios o mediados del Siglo XX. La Constitución es una serie de reglas que deberían de poder perfeccionarse e ir evolucionando con el tiempo, Thomas Jefferson decía que cada generación debe poder regir su destino. Entonces sí, una Constitución puede cambiarse pero dada su importancia tiene que hacerse de la mejor manera posible, cada cambio debería de estar acompañado de un debate amplio, plural y sin prisas.
Luego vienen las ideas, las reformas en sí mismas. Algunas reformas que se proponen en esta ocasión son claramente un retroceso a nuestra vida institucional, otras incluso destruirían a las instituciones que tanto trabajo ha costado construir, otras más son lista de buenos deseos, otras ya han probado su ineficacia, hay algunas que comprometen las finanzas públicas en el futuro y varias en su conjunto tendrían efectos negativos sobre la economía y nuestros bolsillos.
Es realmente preocupante que varias de esas reformas necesiten de mucho dinero en el futuro para que se lleven a cabo, dinero que hoy el gobierno no tiene. Todo parece indicar que la intensión es que se hagan las reformas hoy y que los que vienen paguen los costos, eso es muy irresponsable.
Pensemos específicamente en el tema de las pensiones, la reforma no tiene ni siquiera fuentes de financiamiento seguras y confiables, la bolsa inicial es pequeña y parte del dinero dicen que provendrá de cuando un aeropuerto y un tren tengan ganancias, hoy esos proyectos no sólo no tienen ganancias sino que le tenemos que poner impuestos para que funcionen.
Los jóvenes principalmente se deberían de oponer a que se comprometa tanto dinero en el futuro. Si un gobernante dice que hay dinero para todo, lo más probable es que esté mintiendo. El joven debería de pensar en el largo plazo, debería de pensar qué le es más útil hoy, si un cheque o un buen sistema educativo que le dé armas para encontrar un mejor empleo y en consecuencia tener un mayor ingreso o un buen sistema de salud que le permita curarse de alguna enfermedad futura para poder ser productivo buena parte de su vida.
Lo mejor que nos podría pasar a estas alturas es que la Constitución se quede como está, ojalá que pronto regrese el gusto por el debate, por la inclusión de ideas y por la evidencia. Ojalá que las nuevas y los nuevos políticos que lleguen a gobernar vean más al futuro y menos al pasado.
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