Actualmente la participación comunitaria y el compromiso social, se han convertido en una parte esencial para garantizar la operación y subsistencia de los programas sociales implementados desde las diversas instancias, ya sean privadas o gubernamentales.
Diversas preguntas surgen cuando de participación se trata, ¿cuánto se ha avanzado en el tema?, ¿su aumento depende de políticas públicas o de un cambio en el paradigma en la casa y las escuelas?, ¿hemos sido seres basados en el sentido de pertenencia desde el inicio de nuestra composición social?, las respuestas son complejas y dinámicas, ya que en todas se debe incluir un componente esencial: la transformación social y mental.
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La contribución de la sociedad no solo ayuda a que los integrantes de la comunidad se sientan mucho más apoyados y respaldados, sino que además impacta en tres grandes rubros: la seguridad, la salud y la creación de lugares más incluyentes, sostenibles y resilientes.
Es probable que uno de los elementos que más se valoraron durante el confinamiento fue el diseño urbano, tanto al interior de casas, departamentos y de zonas habitacionales como al exterior en espacios públicos.
De acuerdo al informe en “Participación comunitaria en proyectos de espacio público y diseño urbano durante la pandemia de la COVID-19, experiencias y reflexiones de Iberoamérica y el Caribe” publicada recientemente por ONU Hábitat, concebir proyectos de espacio público sin procesos de participación atenta contra la propia naturaleza del espacio público. El espacio público es la plataforma que nos permite acceder a oportunidades y ejercer nuestros derechos, es el sitio donde nos encontramos y reconocemos como comunidad.
Hoy es más que necesario que ante la complejidad de la vida social y las crisis que experimentamos, es imprescindible fomentar la transformación urbana mediante procesos abiertos que incorporen la innovación y creatividad, herramientas que facilitan la retroalimentación de los procesos.
Porque siendo honestos ¿hacia quién deben ir orientadas las políticas públicas y el diseño de espacios? La respuesta probablemente es sencilla: hacia la comunidad, por ello es que la participación debe ser considerada un eje central; pero a la vez también ésta debe ser responsable y proactiva.
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Los proyectos públicos, como se mencionó anteriormente, pueden impulsar la disminución de la inseguridad, el Centro de investigación Brookings Institution afirma que el lugar en el que uno vive es un determinante del acceso a oportunidades y comportamientos, es decir, éste define el sitio en el que uno (predominantemente) trabaja, realiza sus compras, recibe atención sanitaria, etcétera.
Abordar el tema de la interlocución entre instituciones y población dará pie a algo que se requiere con urgencia: la confianza de la sociedad, ya que la ausencia de credibilidad en los procesos de participación por parte de la población inhibe el interés y crea apatía. Es necesario que, en particular, y ante el cambio de paradigma generacional y social, se eliminen falsas expectativas, las cuales han contribuido a crear decepción lo que a su vez conlleva a que la percepción de que la participación es una pérdida de tiempo.
Ya no podemos creer que vivir como antes es una opción, tenemos que replantearnos las decisiones, repensar la manera en la que nos relacionamos, cambiar las normas sociales y los sistemas de gobernanza para crear sociedades inclusivas y resilientes.
*Analista en temas de Seguridad, Justicia, Política y Educación.
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