EZLN: 30 años imaginando y construyendo mundos mejores

Por: Dino Madrid

Durante décadas, los zapatistas han servido como guía y luz para luchas a lo largo del mundo, siguen imaginando y construyendo mundos mejores.

Muchas personas al día de hoy creen que el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) nació el 1 de enero de 1994, pero no, se formó por allá del año 1983 en las regiones indígenas de Chiapas.

Durante poco más de diez años se fue arraigando en los pueblos y luego de una amplia consulta, decidieron abrumadoramente levantarse en armas, lo cual, se concretó en el alzamiento de aquel 1 de enero de 1994, justamente el mismo día en que México ingresaba al Tratado de Libre Comercio (NAFTA), nada era casualidad.

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La guerra duró 12 días, ya que la sociedad mexicana se movilizó exigiendo paz y se abrió un período de diálogo entre el gobierno y el EZLN; 12 días que no cambiaron al mundo, pero que si cambiaron a toda una Nación y a sus pueblos originarios, nunca más un México sin ellos.

El zapatismo no sólo puso al centro del debate público la autonomía de su pensamiento y su práctica política –lo cual quedó plasmado en los Acuerdos de San Andrés de 1996–, sino que evidenció la vanguardia y relevancia de los pueblos originarios como los sujetos más avanzados en las luchas por la autonomía.

El zapatismo dirigía su poderoso discurso a través del Sub Comandante Marcos, a los más diversos grupos de la sociedad, ya que no utilizaba aquellos de los conceptos más tradicionales de la izquierda como: ‘proletariado’, ‘lucha de clases’ y ‘toma del poder’; esto resultó ampliamente atractivo para quienes estaban cansados del lenguaje soso y monótono de las izquierdas.

«Las huellas del zapatismo pueden rastrearse sobre todo en los movimientos menos institucionalizados.»

De alguna forma, una parte importante de los nuevos movimientos latinoamericanos emergentes se sintieron atraídos por tres principios centrales del zapatismo:

  1. El rechazo a la toma del poder y la opción por crear poderes propios.
  2. La autonomía y la autogestión.
  3. La forma de entender el cambio social como la construcción de un mundo nuevo en vez de transformar el mundo ya existente.

La influencia ética y política del zapatismo, llevó inequívocamente a muchos activistas a la convicción de que, las transformaciones deben estar ligadas –si o si– a la reconstrucción de los vínculos sociales que el sistema destruye diariamente.

Ejemplo de lo anterior es la creación de los municipios autónomos y las juntas de buen gobierno, comunidades que nos demostraron que es posible gobernarse de otro modo, sin crear o reproducir burocracias permanentes como han hecho las revoluciones triunfantes.

Nuevos horizontes

El zapatismo ha decidido hoy dar un importante giro, un paso al frente, en el cual dejan de funcionar las juntas de buen gobierno y los municipios autónomos creados dos décadas atrás y que son el estandarte del autogobierno zapatista.

Estas decisiones tienen un horizonte de al menos 120 años. Con escenarios de guerras y catástrofes naturales en puerta, por lo tanto, «en medio del colapso tenemos que mirar lejos».

Se proponen “ser buena semilla” de un mundo nuevo que no verán, para “heredar vida” a las futuras generaciones en vez de guerra y muerte.

Sembrar sin cosechar, sin esperar recoger los frutos de lo sembrado, es la mayor ruptura conocida con la vieja forma de hacer política y de cambiar el mundo.

Se trata de una ética política anti-sistémica que el zapatismo nos entrega como un regalo para ser valorado en su tremenda y justa dimensión.

«Compañeros y compañeras bases de apoyo, estamos comprometidos ahora. Estamos solos, como hace 30 años. Porque solos hasta ahorita hemos descubierto ese nuevo camino que vamos a seguir: el común.», subcomandante Moisés, 1 de enero de 2024.

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Aprovecho estas líneas para abonar al temerario debate sobre la supuesta cercanía ideológica entre el Zapatismo y la 4T, programas diametralmente opuestos, ya que el EZLN es un movimiento abiertamente anticapitalista, en el que la propiedad debe ser del pueblo y debe gobernarse a sí mismo, donde no tiene cabida el sistema tradicional capitalista de partidos políticos.

Considero que lo más acertado sería hablar de confluencias que reivindican la autonomía zapatista como práctica política, pero no en relación de mando y obediencia.

Obedecer y no mandar. Representar y no suplantar. Bajar y no subir. Servir y no servirse. Convencer y no vencer. Construir y no destruir. Proponer y no imponer.