Hoy es Día Naranja, como el 25 de cada mes, una fecha que se conmemora para para actuar, generar conciencia y prevenir la violencia contra mujeres y niñas.
De manera cada vez más familiar hablamos del Día Naranja, conmemoración que busca movilizar a la opinión pública y a los gobiernos para emprender acciones concretas con el fin de promover y fomentar la cultura de la no violencia hacia el género femenino, es común en alusión a este día, portar una prenda de color naranja, algún distintivo de la misma tonalidad y en escuelas, oficinas y espacios públicos se realizan diferentes acciones con temas relacionados a la prevención de la violencia en cualquiera de sus formas contra niñas y mujeres.
Si nos vamos a las bases, tenemos que la fecha surge a raíz del 25 de noviembre, Día Internacional para la Erradicación de la Violencia contra las Mujeres decretado por la Organización de Naciones Unidas (ONU) en 1999, y con afán de hacer la lucha presente de manera más permanente, se implementa el día 25 de cada mes para sumar esfuerzos y que la lucha esté presente.
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El tema da para mucho, el prevenir la violencia contra las mujeres y las niñas es responsabilidad de todos, se puede apreciar como hay más consciencia de ello, la población en general desde sus diferentes trincheras, se manifiesta con mayor frecuencia en apoyo a la no violencia, suele ser más común ver en sus redes sociales cartones, imágenes, frases o discursos en apoyo a esta fecha.
Y aunque los esfuerzos son muchos, la realidad es que el camino aún es largo, los índices de violencia hacia el género femenino además de no disminuir van tomando nuevos y desafortunados matices.
El Día Naranja es un recordatorio al respeto del género femenino y debiera conmemorarse todos los días desde casa, en los espacios laborales, en la calle, en las escuelas y en cualquier rincón de convivencia, sin duda, los centros educativos tienen un papel preponderante en esta lucha, ya que el aula debe ser un lugar seguro para niñas y mujeres y desde ahí gestar cultura en el tema, no basta con generar conciencia, se deben asumir compromisos para lograr el acceso de las mujeres y niñas a una vida libre de violencia.
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En este sentido, el docente actual debe inspirar una visión integral de la educación, abrir puertas y ventanas para impulsar a su alumnado a ser plenos, socialmente responsables y hacer de estos temas parte de su agenda, el aula es fundamental para generar cultura al respecto. Yo recuerdo cuando era niña y estudiante, que estos temas no se trataban y menos en un salón de clases, porque además de que no había sensibilización al respecto, era normal que niñas y mujeres fueran violentadas, era parte de lo que tocaba por el solo hecho de ser mujeres.
En los últimos dos años y a consecuencia de la pandemia, la escuela en casa puso al desnudo contextos de violencia en los hogares que afectan en mayor proporción a niñas y mujeres, situación que también corrobora que la desventaja del género es amplia.
El tema es tan importante, que, para la ONU, la violencia y la amenaza de violencia contra las mujeres es más extendida, porque viola derechos humanos, socava el desarrollo de los países, genera inestabilidad en las sociedades e impide el progreso hacia la justicia y la paz. La violencia contra las mujeres y las niñas tiene consecuencias físicas, sexuales, psicológicas e incluso mortales.
Abonemos para que el 25 de cada mes no quede en conferencias o discursos, debe ser parte de nuestro día a día, de nuestro actuar, de nuestra cultura y sobre todo permearlo en el entorno y con nuestros hijos, para que el sueño de erradicar la violencia hacia las mujeres esté cerca de tomar realidad.