El Agua (II)

Imaginen que un día deja de caer agua por varias semanas en toda una ciudad muy poblada, imaginen qué pasaría con el aseo personal, con los baños, con la comida, con los trabajos o incluso con los hobbies. Traten de imaginar a qué olería o cómo se verían las calles de esa ciudad. Imaginen el caos que sería vivir ahí.

Lo primero que hay que entender acerca del agua es que no es un derecho, en realidad el agua es un satisfactor. Arturo Damm, economista y filósofo, tiene un buen punto en este aspecto, si la necesidad es respirar, el satisfactor es el aire, si la necesidad es comer, el satisfactor son los alimentos, y si la necesidad es hidratarse, el satisfactor es el agua. Y prácticamente hoy en día todos los satisfactores cuestan. Si bien el agua es vital, esto no cambia el hecho de que sea un satisfactor de la misma forma que lo es un pedazo de carne. Lo que sí es un derecho es el acceso al agua, nadie te puede negar el acceso al agua o impedir consumirla y el Estado es el encargado de garantizar ese derecho, la tarea del Estado es garantizar que nadie te prohíba el consumo de agua pero eso no es igual a que el gobierno tenga la obligación de darte agua, mucho menos gratis.

Uno todas las mañanas se levanta, pasa al baño, le baja al baño, se mete a la regadera, abre la llave, canta bajo el agua, sale, se viste, toma agua para llenar la cafetera y se prepara un café, todo eso en un tiempo relativamente corto, ¿por qué es posible hacerlo? Porque el agua está disponible con tan sólo abrir una llave. Pero ahora imaginen que viven en el inicio del Siglo XIX y no hay agua entubada, lo que hay que hacer antes de cualquier otra cosa es agarrar recipientes e ir al río o al pozo más cercano, caminar y regresar con recipientes pesados llenos de agua, así todos los días, todas las mañanas. El agua en ese momento no cuesta, no hay nadie en el río o en el pozo pidiéndote un pago por llevarte el agua pero piensen en el esfuerzo y tiempo que tomaría todos los días hacerse de agua, buena parte del tiempo que ocuparían en llevar agua a casa es tiempo que no ocuparían trabajando o haciendo ejercicio, por ejemplo. Muy probablemente la gran mayoría estaría dispuesto a pagar por no ir todos los días por agua, así que si bien el agua puede no tener costo en el pozo o en el río, llevarla a casa sí lo tiene.

Puede que haya personas que prefieran ir al pozo para no pagar agua y se vale, pero imaginemos que ese pozo se seca, ahora sí no hay agua para nadie, ni para el que puede pagar ni para el que no puede pagar por el agua. El IMCO hizo recientemente un estudio bien interesante sobre el agua en México y nos muestra datos preocupantes, la crisis hídrica que sufre México en estos tiempos afecta a un total de 1,613 municipios mexicanos, el 61% de los municipios en México sufre de algún tipo de escasez de agua. En 1960 la disponibilidad promedio anual por persona era de 10 mil metros cúbicos, dado que ahora somos más personas y consumimos más agua, la disponibilidad por persona fue en 2012 de 4 mil metros cúbicos y se espera que sea de 3 mil metros cúbicos para el 2030. La disponibilidad de agua también depende de la zona del país, el 71% del agua superficial (la de los ríos, por ejemplo) se encuentra en el centro y sur del país mientras que el restante está en el norte. Entre 2015 y 2022 las sequías han aumentado, tanto en número como en intensidad, en 2021 se tuvo la sequía más fuerte en lo que va del siglo, esto trae un problema adicional y es que no se repone lo que consumimos y es así que el 18% de los acuíferos están sobreexplotados.

Entonces tenemos una mala idea y relación con el agua, cada vez hay menos, no alcanza a reponerse la que se consume y por si fuera poco nos negamos a pagar lo que cuesta e invertir en construir infraestructura para conservarla mejor. Una mala combinación y les prometo que buena parte de la solución no les va a gustar.