¿De dónde vendrá eso de…?

Recién ha publicado la Academia Mexicana de la Lengua, AML, en su colección de manuales, una selección de las múltiples preguntas atendidas por su Comisión de Consultas. Aparecen en la cuidada edición veintisiete palabras y expresiones de nuestra habla coloquial.

Las palabras son: ¿De dónde vendrá eso de decirle en México “Catrina” a la muerte?, ¿Qué significa “agüitarse”?, ¿De dónde vendrá que se utilice la palabra “cristiano” para referirse a una persona?, ¿De dónde viene eso de “¡Ánimas!, ¿Por qué llamamos, “diezmero” al que da limosna en la iglesia?, ¿De dónde vendrá la expresión “boruca” ?, ¿Por qué se le dice “tiliches” a las cosas de poco valor? ¿De dónde viene (y a dónde va) el “guateque” ?, ¿De dónde vendrá “chilindrina”?, ¿De dónde vendrá el término “brincaharcos”?, ¿Cuál es la raíz de “menso/mensa”?, ¿De dónde vendrá eso de “¡Mande!”?, ¿De dónde vendrá eso de decirle don “Goyo” al volcán Popocatépetl?, La palabra “pedo”, ¿es vulgar?, ¿De dónde vendrá el término “chapulinear”?, ¿De dónde vendrá eso de “cilindrear”? ¿De dónde vendrá el término “chilango” ?, ¿” Chilangos, defeños o capitalinos”?

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Y las frases: ¿De dónde vendrá eso de “caer el chahuistle”? ¿De dónde viene eso de decir “a todo mecate”?, ¿Cuál es el origen de la expresión “año del caldo”? ¿Por       qué decimos “Todos los caminos llevan a Roma”?, ¿De dónde vendrá eso de “pasar (se) de la raya”?, ¿De dónde vendrá la frase “¡ya estuvo suave!”?, ¿De dónde vendrá la expresión “se armó el merequetengue”?, ¿De dónde vendrá el ritornelo “amo a to matarile rile ron”?, ¿De dónde viene eso de que “¡no  manches!” es grosería? 

Si usted amable lectora, lector, se toma unos minutos identificará  en ese breve catálogo muchas expresiones de su habla diaria, si  no todas,  unas más o menos frecuentes. Seguramente lo hará con el entendimiento de su interlocutor o interlocutora quien  no tendrá dificultad para asimilar el sentido de su intensión.

Lo anterior no implica el conocimiento de su origen o exacto significado, como suele suceder en la gran mayoría de los vocablos utilizados nuestra comunicación oral o escrita, aquella sin requerimientos de exactitud en los términos o de un lenguaje particular por sus características.

Quizá de algunas palabras y frases tengamos la idea elemental para aplicarla correctamente en la conversación o discurso, pero solo eso.

La apuesta de los manuales de la AML es, explica su director Gonzalo Celorio, no hacer “…libros solemnes ni eruditos, como suelen considerarse las obras académicas, cuando la Academia es tan vivaz y dinámica como la lengua que estudia. […] Con la edición de estos manuales, la Academia Mexicana de la Lengua quiere cumplir de la mejor manera su objetivo primordial: “el estudio, el análisis y la difusión de la lengua española en todos sus ámbitos, con particular atención a sus modos y características de su expresión oral y escrita en México”.

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A manera de ejemplo: ¡No manches!, es una expresión coloquial eufemística, es decir, se utiliza como forma suave y socialmente aceptable de la locución ¡no mames!, considerada ofensiva y peyorativa, que a su vez se deriva del verbo mamar, el cual tiene múltiples sentidos coloquiales, populares, vulgares y ofensivos.

Con frecuencia se escucha también la versión acortada ¡no ma…!, con la que se busca atenuar el carácter duro o malsonante de la forma original.

En la actualidad muchos hablantes que usan la frase ¡No manches!, no lo asocian con la expresión que le dio origen: ¡No mames!, por lo que no reconocen ningún matiz ofensivo en ella.