Garlito
Nuestra existencia como sociedad, oculta ciertas actitudes, pensamientos e idiosincrasias que silenciosamente van mal formando o mal formaron, la personalidad de lo mexicano y de la cultura de nuestro pueblo, influencias, cotidianidad, costumbres de los antiguos de los abuelos y padres que se continúan sin encontrar su razón y por costumbre ni se discuten ni critican; el rol de cada género de seres humanos simplemente era y ya, madre abnegada, mujer sometida, novia santa, hombre macho, borracho y jugador, político corrupto y más, estereotipos aberrantes los niños no lloran y lava los pañales de tu hermano; en esa caótica designación de comportamientos ¿quién tenía el deber de preparar la cena de navidad o fin de año, en un hogar típico mexicano?. La memoria y la costumbre responden primero.
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Confites
Generalmente para las madres de décadas pasadas la temporada navideña significaba una verdadera y reverenda época de más trabajo, aquel sin paga ni descanso y si acaso reconocimiento familiar y un montón de trastes que lavar, trabajo de casa desde la limpieza hasta la elaboración de los manjares gastronómicos que la costumbre nos tiene reservados, la compra de todos los insumos y la difícil tarea de sazonar, cocinar, mezclar sentimiento y amor para que los platillos puedan ser degustados por la familia y tras la celebración cada uno y cada cual se retira dejando la casa paterna sucia, revuelta pero feliz de haber cumplido con una tradición mexicana celebrar la navidad y año nuevo, como Dios manda o al menos lo más cercano a las que hacia la abuela.
La reunión familiar cuando niños, es muestra del supuesto equilibrio emocional y económico de una familia tiempo cuando papá y mamá están en sus mejores momentos, unirse para dedicar un día a la familia es verdadero y único objetivo, con el tiempo al crecer los hijos, la reunión de Navidad o Año Nuevo, es para encontrarse con los padres pues o ya han decidido su vida o están en proyecto de hacerlo, es una familia próspera y aparentemente funcional, la costumbre indica que la abuela y la madre no solo son quienes organizan la cena, decisión matriarcal se cenará lo que ordenen recayendo otra vez en ellas la responsabilidad de las fiestas familiares de fin de año; la costumbre señala que nadie o muy pocos recaen en el trabajo, esfuerzo, cansancio, desgaste y fatiga para abuelas y madres un deber casi sacrosanto, divino, patriótico haciendo comida aunque a veces cayendo de enfermedad o vejez.
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Los tiempos pasan y las costumbres cambian, asimismo los platillos que antaño se degustaban al igual que la organización de las cenas y estas de pronto, dejaron de ser solo de abuelos y padres apareció la cooperación, la contribución entre todos de lo que se consumirá en esas fechas festivas, dejó ser solo responsabilidad de las cabezas de familia sino que ahora todos contribuyen en una transformación de la tradición por cuestiones económicas que trastocó la celebración y sus maneras de hacerlo; actualmente la preparación de la cena de fin de año lleva menos tiempo que en las épocas pasadas con platillos más elaborados, mayor variedad de estos, hoy se simplifican las cosas, las maneras de guiso y surge otra innovación, la venta de cenas para sus fiestas, costumbre que se arraiga ya y que volvería a matar a abuelas y madres que aceptaran comprar cena en un restaurante.
Ya mencionado en este espacio, don Guillermo Prieto en sus Cuadros de Costumbres, publicado en 1878, menciona los festejos de navidad y año nuevo, en el país que llevaba poco más de cincuenta años de independencia, las tradiciones y costumbres de la celebración de la navidad y año nuevo, tanto las posadas, las pastorelas son muy parecidas, no así las cenas de esos días de fiesta, el menú era mucho más nacionalista que sin embrago se conserva pese a los cambios de los siglos; bacalao en chileajo, romeritos con tortas de aguautle, lentejas con rebanadas de piña, navegantes ven chile pasilla, pescado en aceite y vinagre y ensalada de lechuga llamada de nochebuena, piñones, betabel, jícama, cacahuates, acitrones y pasas frescas, los pavos, las piernas de cerdo y otras delicias no estaban en el menú de los mexicanos primeros. Feliz año nuevo.