En una revista española excelente La Aventura de la Historia, se publicó en el número especial de febrero de 2007 una lista de Los 100 Mejores Protagonistas, bajo el punto de vista de especialistas, incluyendo desde un lejano pasado, Historia Antigua, hasta Medieval, Moderna y Contemporánea.
La lista es interesante y en un juicio temerario se incluyen algunos cuyas acciones, en diversos campos, merecidamente los llevaron a la inmortalidad.
De Miguel León Portilla, muy identificado en México, aparece remembranza de Cristóbal Colón.
Se apoya en uno de sus biógrafos, Samuel Eliot Morison, quien puntualizó:
no se encuentran “misterios, ni cuestionamientos, ni problemas” en la vida del Almirante del mar Océano.
León Portilla aporta sobre su lugar de nacimiento “se acepta generalmente que fue Génova, pero no falta quienes “le han adjudicado ser oriundo de otras ciudades en Italia, Mallorca, Cataluña, Galicia y, para remate, ¡de alguna población de Extremadura!”.
También se debate un presunto origen judío o hispanohebreo.
Y, trascendente: “La lectura de sus cartas y otros escritos en los que habla de sus viajes y estancias en las islas del Caribe y en lo que le pareció ser Tierra Firme, es elocuente. Creyó haber llegado a tierras de Oriente, muy cercanas de Catay, la India, pero, de acuerdo con su tercer viaje, expresó: “Vuestras Altezas tienen acá otro mundo”. Y sí lo fue.
Napoleón, genio militar
Carlos Martínez Shaw, catedrático de Historia Moderna en la Universidad de Madrid, escribe de Napoleón Bonaparte.
“Uno de los grandes personajes en la historia de la humanidad. Hombre ilustrado por educación y por inclinación, permaneció siempre fiel a la ideología de la Revolución Francesa”.
Su éxito se sustentó en una poderosa inteligencia, un agudo sentido de la oportunidad, una gran capacidad de improvisación y una decisiva alianza con la diosa Fortuna.
Johann Wolfgang Goethe, a la altura del año 1807, dijo de lo que Napoleón representaba: “el fenómeno más extraordinario que hubiera podido producir la historia después de César y Alejandro”.
Aristóteles, enciclopédico
Eugenio Trías, catedrático de Historia de las Ideas en la Universidad Pompeu Fabra, Barcelona, en la introducción de su artículo señala. “Dicen que era un escritor que soportaba la comparación con la prosa de su maestro Platón. Pero poco se sabe. Una que nos ha llegado, seguramente la menos importante, es la constitución de Atenas. No estaba destinado al público lector”.
Hijo del médico de la casa real de Macedonia, nació en Estágira en 384 a.C. A los 17 años viajó a Atenas para entrar en la Academia de Platón, donde vivió, estudió y enseñó durante los siguientes veinte años. Murió en 322 en Cali de Eubea. Fue tutor de Alejando de Macedonia cuando el joven príncipe tenía 13 años.
Su influencia ha sido inmensa, pero también debe decirse que ha irrumpido a veces de forma volcánica: por ejemplo, en el siglo XIII europeo gracias a la traducción de sus grandes comentaristas árabes.
Beethoven marcó diferencia.
Ludwig van Beethoven nació en Bonn (1770) y falleció en Viena (1827). En torno a él se cuenta que el mundo no volvió a ser el mismo tras la toma de La Bastilla, y tampoco la música después de la Tercera Sinfonía (1804), homenaje a Napoleón que representa a la perfección el aliento espiritual del compositor que abrió los caminos de una nueva era musical.
Sedujo como virtuoso del piano a la sociedad más melómana de su época y al futuro. Su irreversible sordera, confirmada a comienzos del nuevo siglo, lo convirtió en un ente huraño, pero selló su feliz consagración a la composición sinfónica.
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