Esta semana, personal del Centro Nacional de Prevención y Control de Enfermedades (Cenaprese) realiza la segunda de seis termonebulizaciones programadas para disminuir la cantidad de moscos culex, en 28 comunidades ribereñas de la presa Endhó, y La Jornada Hidalgo fue invitada a realizar el recorrido de una de estas fumigaciones.
La cita fue a las 5:30 pm, en la iglesia de la comunidad de Santa Ana Ahuehuepan. Al llegar, pudimos ver tres camionetas del Cenaprese, de la Secretaría de Salud (SSA), y, además de los tres operadores, sólo había una persona más, se trataba del delegado de San Gabriel, comunidad de Tezontepec de Aldama.
Una de las camionetas, de color amarillo, salió enseguida a hacer su recorrido, en ella viajaba, además del chofer, el delegado de San Gabriel, mientras que un segundo conductor informó que iba a esperar al delegado de Santa Ana Ahuehuepan, Abel López.

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En la tercera camioneta solo íbamos el conductor, de nombre Iram, y yo. Esperamos un rato, pero a las 5:50 pm Iram decidió ir en busca del delegado de Benito Juárez, previó a esto, hizo varias llamadas a varios delegados de la zona, pero muchos no respondieron y otros se limitaron a decir que no tenían tiempo de ir a la fumigación.
Entonces, regresamos a Benito Juárez, y nos estacionamos afuera de la casa de Don Mario, el delegado, porque no pudimos comunicarnos con él. Al llegar a su casa, su esposa se puso en contacto con el representante de la comunidad y nos pidió ir a la delegación en donde nos iba a alcanzar el subdelegado.
Nos estacionamos afuera de la delegación y mientras esperamos, el chofer me explicó que, aunque ya han recorrido la mayoría de las comunidades, lo mejor es que el delegado o subdelegado los acompañen, para que así puedan ingresar a todas las calles y que la fumigación se realice en todas las áreas que la comunidad desea.
Luego de un rato llegó el subdelegado de Benito Juárez, Martín Arteaga, y entonces Iram prendió la máquina que libera el insecticida. El representante comunal era el guía, pidió entrar a la zona donde está la escuela, el campo y el kiosko, y, al llegar a un callejón, nos llenamos de humo, Iram tuvo que apagar la máquina para poder dar vuelta porque no se veía nada.
Tal como dijo Iram, el subdelegado conoce bien su comunidad y aprovechó muy bien el producto, pasamos por calles que no parecen calles, porque no tienen embanquetado ni luz, pero hasta el fondo sí había casas, de no ser por él, no habríamos podido llegar hasta esos rincones.
A nuestro paso, había personas que escuchaban el ruido de la máquina y corrían a refugiarse o se tapaban la nariz para evitar respirar el insecticida, aunque se ha dicho que no es dañino para la salud de las personas, en la cantidad que se libera.
Otros, nos esperaban afuera de sus casas, y entonces pedían que entráramos a sus patios y sus corrales, y así se hizo mientras hubiera espacio para maniobrar, Iram entró a casas, pasó cerca de los corrales y llegamos hasta el rincón más alejado de la comunidad.
Según lo que se explicó, con la técnica de termonebulización, el químico tiene un alcance de hasta 150 metros a la redonda y fue algo que pudimos comprobar porque, al pasar por calles paralelas, todavía podíamos ver producto esparciéndose entre las casas, maleza y el aire en general.
Cuando por fin acabamos en Benito Juárez, luego de más de una hora de meternos en calles cerradas, en caminos angostos y en lugares donde no existe un camino decente para recorrer en automóvil, nos reunimos con el delegado de Benito Juárez y, junto con el subdelegado, preguntaron a vecinos si había disminución de mosco.
La respuesta fue un rotundo “sí”, el efecto del químico fue inmediato y, aunque ya casi eran las 8:00 de la noche, no tuvimos problemas algunos con los moscos, esto pese a que, bajamos hasta las casas que están al lado de la presa Endhó y en otros días, a esa misma hora, los enjambres de moscos ya son visibles entre los árboles.
Una vez acabado en Benito Juárez, fuimos a Julián Villagrán, pero ahí nadie nos acompañó, el delegado no respondió. Lo mismo ocurrió cuando fuimos a La Ermita, San Mateo La Curva y La Loma de Tepetitlán, en cada una de estas comunidades nos dejaron solos.
Iram es de la Ciudad de México y por supuesto que no conoce todas las calles de las comunidades, yo soy de la región, pero tampoco conozco todas, por eso es indispensable que acuda el delegado a acompañarnos, pero aun así, no nos desanimamos, recorrimos las calles y tratamos de llegar a la mayoría de las casas.
Incluso, en La Loma, ya nos estaban esperando en una casa, pidieron que entráramos en un callejón con varias casas y corrales y aunque el espacio no era tan amplio, se logró el cometido.
Luego de más de tres horas y media, acabamos la jornada de fumigación prevista para el día, y aunque no nos acompañaron las autoridades en la mitad del recorrido, tratamos de que se fumigara lo más que se pudiera. Lo cierto es que el compromiso que pone el personal de la Cenaprece es de admirarse, porque, incluso con las limitantes, buscan llegar a todos los rincones de las comunidades.
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