El lunes tomaron protesta las ministras y ministros electos, en un histórico y angustiante proceso, de la SCJN. Todo alrededor de esta nueva Corte y del Poder Judicial de la Federación está lleno de representaciones y simbolismos.
Las mujeres son mayoría, el ministro presidente es una persona indígena que decidió ponerle a su toga unos bordados increíbles, en la página de la Corte se encuentran sus biografías traducidas a 5 lenguas indígenas, se hicieron ceremonias de bastón de mando. Las discusiones son amplias, el uso de las mujeres y las personas indígenas para tratar de purificar y legitimar un proceso que tendrá efectos en las personas que no podemos ni cuantificar.
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Ser mujer y ser una persona indígena no es garantía de que se haga un mejor trabajo o se respete más la ley.
En los siguientes días otros Poderes Judiciales estatales estarán teniendo sus tomas de protesta, algunas emularán a lo que vimos todo el lunes.
En medio de todo este proceso, como abogada litigante y directora de una organización que se dedica al litigio constitucional me la he pasado calmando los nervios de las personas que representamos, pero también tener que ser franca en cuanto a que el panorama no está nada claro, todo es muy incierto. No sabemos si por la curva de aprendizaje los procesos tomaran más tiempo, de lo que ya han tomado, tampoco sabemos si las decisiones tomaran en cuenta precedentes de la otra época de la SCJN o se harán nuevos, se requiere paciencia, mucha paciencia, pero tengo claro que encontraremos siempre caminos para traer justicias, que no necesariamente se den en tribunales.
Aunque me cuesta trabajo, mucho trabajo pensarlo si deseo que el cambio sea para bien, no por mí ni mi chamba, sino por los miles de personas que diario buscan en los juzgados protección, justicia, reconocimiento. Fallarle al pueblo no es opción.
Otra de las cosas que me tiene pensando mucho son los paralelismos de los cientos de juzgadores y magistradxs que desde el viernes dejaron de tener un trabajo y que no tienen certeza sobre si se respetaran sus derechos laborales. He leído algunas equiparaciones con lo que paso con el Sindicato Mexicano de Electricistas y Luz y Fuerza. Como hija de un liquidado por los ruines de Lozano y Calderón, puedo decir que se parece, pero no es lo mismo. Es muy impresionante, que el Poder Judicial que les dio la espalda a los electricistas, hoy están en una situación similar. No será la misma porque son y fueron personas con distintos privilegios y opresiones, que siempre colocaron en mayor desventaja a los electricistas. No obstante, sigue siendo una violación a sus derechos humanos y merecen que se cumplan las condiciones de su recesión laboral.
Finalmente, espero que, como abogadas y abogados, estudiantes, litigantes o(ex) juzgadores podamos tener una profunda reflexión de que si esta reforma sucedió de esta manera fue a causa de nuestra soberbia, la lejanía con la gente y al mismo tiempo el aprovechamiento de su vulnerabilidad para enriquecerse. Una mejor época para la justicia no va a poder construirse si esta reflexión no está en el centro.
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