El Faro
Al momento de escribir esta columna, seguía viva la amenaza del presidente Donald Trump de aplicar un arancel de 25% a productos importados desde México, lo cual sería para América del Norte el equivalente a darse un balazo en el pie.
Hace unos días platiqué con Mario Cruz, especialista en geopolítica y actualmente director de Investigación en la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH) respecto a cuál podría ser el impacto para nuestra economía si la amenaza de Trump se concreta y si es posible, en un mundo cada vez más globalizado, volver al viejo modelo proteccionista.
Cruz hizo una reflexión interesante. Aparte de ver inviable el regreso a un modelo de economía cerrada, el investigador resaltó una ventaja que solemos perder de vista: hay más de 10 millones de mexicanos radicando en Estados Unidos.
“Este capital humano podría jugar un papel clave en la negociación y en la resistencia ante políticas proteccionistas”, reflexionó. También pidió no olvidar que la integración de México con Estados Unidos ya no es solo económica, sino también social y cultural.
Esa vinculación ha hecho que en muchas regiones de Estados Unidos la comunidad hispana sea una fuerza económica determinante.
En opinión de Cruz, más allá de regresar al pasado, lo mejor sería avanzar hacia una mayor vinculación económica y comercial con nuestros vecinos del norte, similar a lo que es hoy la Unión Europea.
Parece difícil teniendo enfrente a un personaje como Donald Trump en la Casa Blanca, pero en los hechos ya hay una fuerte integración. Pensemos en algunas regiones de México, sobre todo en el norte, donde el dólar ya es una moneda de cambio habitual. “Más allá de cuestiones ideológicas, debemos reconocer que la vinculación con Estados Unidos es una realidad económica y social que no se puede ignorar”, subrayó Cruz.
Pero, regresando al escenario que podría hacerse realidad este sábado primero de febrero, si los aranceles se imponen, entonces el gobierno mexicano tendrá que poner a prueba su capacidad de negociación para mitigar el impacto.
Cruz explica que ante la interdependencia compleja entre ambos países, nuestros negociadores deben enfatizar que tanto México como Estados Unidos resultarán afectados si se aplican medidas arancelarias.
Y si no hay marcha atrás, entonces será fundamental “fortalecer las cadenas de valor internas y reducir nuestra dependencia de insumos extranjeros, lo que nos obligaría a ser más competitivos”. Para ello, expone, un elemento clave es fortalecer la educación superior para formar capital humano enfocado en el desarrollo científico y tecnológico que nos conduzcan a la soberanía económica.
Sobre el denominado “Plan México”, que presentó hace unos días el gobierno federal, y que plantea estrategias para fortalecer las cadenas de proveeduría internas, el doctor en ciencias políticas y sociales, con orientación en relaciones internacionales por la UNAM, hizo notar que el plan tiene similitudes con el modelo de sustitución de importaciones implementado en el siglo pasado, cuando México tenía una economía más cerrada. Pero en el contexto actual de globalización, una estrategia única no sería suficiente. “Debemos avanzar en paralelo en varias direcciones: por un lado, fortalecer nuestras cadenas de valor y, por otro, continuar integrándonos con la economía de Estados Unidos”.
México tampoco puede postergar la diversificación de sus mercados. Porque, aunque hay numerosos tratados comerciales, nos hemos centrado casi exclusivamente en Estados Unidos. “Debemos mirar hacia África, Asia y América Latina para fortalecer nuestras relaciones comerciales y reducir nuestra vulnerabilidad ante decisiones unilaterales de Estados Unidos”.
Este sábado primero de febrero se despejarán muchas incógnitas respecto a nuestra relación comercial con Estados Unidos, pero nada podría ser peor que carecer de un plan en caso de enfrentar el peor escenario. Las piezas del ajedrez están dispuestas. Veremos cuál es la primera jugada de Trump.
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