Aunque ahora todos, todos los partidos políticos se jactan de ser incluyentes con mujeres, personas de la comunidad LGBTIQNB+, personas racializadas, con discapacidad, indígenas etc; la realidad es que esto no es más que de dientes para afuera. El que hoy exista una mayor presencia de mujeres y otras personas en algunos cargos de representación popular ha sido gracias al esfuerzo de la sociedad civil que ha tenido que exigir que haya mayor pluralidad de las personas que ejercen en estos cargos.
Particularmente, sobre el tema de mujeres (cis y trans, uso el término como el paraguas amplio para incluir a todas) inicio en 1993.
Los partidos políticos y el juego de la política al igual que casi todo en este sistema, era/es sumamente misógino y machista. Unas cuantas lograban colarse, si se alineaban a la disciplina partidista, pero en realidad no era un asunto que les interesara.
¿Cómo cambió esto? Con reformas a la legislación electoral que desde 2002, empezaron a endurecer el marco jurídico para obligar a los partidos a incluir si, o si, a mujeres hasta que en 2019 se reformó la Constitución para lograr la paridad de género, es decir que las candidaturas de todos los partidos se distribuyan entre hombres y mujeres en un 50%, incluyendo ayuntamientos de población indígena.
Las llamadas “cuotas” de género, discapacidad, personas LGBTIQNB+, personas afrodescendientes, indígenas; se han tenido que fomentar y estar vigilando estrictamente para que realmente logren su objetivo, porque lo que históricamente nos han demostrado es que las personas que encarnan a las instituciones que buscan oprimirnos, es que buscarán formas para no otorgarlas a las personas que tienen el perfil para acceder a ellas.
Pensemos en las Juanitas, que durante las elecciones de 2009 fueron un grupo de mujeres de varios partidos que lograron tener las candidaturas para diputaciones que después de que las ganaron, fueron obligadas a renunciar para que los suplentes, hombres tomarán su lugar.
O en Oaxaca en 2018, en las que el Instituto Electoral local tuvo que cancelar 17 candidaturas de hombres cis que querían hacerse pasar por muxes para acceder a las cuotas de paridad.
En Hidalgo en esas mismas elecciones nos enteramos que Francisco Xavier, que se postulo por MORENA se hizo pasar por una persona con discapacidad para acceder a su candidatura.
Todo esto ha obligado a las autoridades a tener que reforzar una y otra vez cada grieta cínica que los partidos utilizan con tal de no cumplir.
Estás elecciones tampoco dejaron de recordarnos lo ruines que pueden ser y que en lugar de ver está oportunidad para encontrar a otras personas comprometida con sus principios partidistas, deciden imponer a sus candidates para no cumplir.
En Quintana Roo, la activista feminista con discapacidad Majo Trejo impulso una estrategia que logro que a 4 personas sin discapacidad, se les quitará la candidatura por cuota de de discapacidad. En Yucatán, presenciamos como al PAN se le válido que una mujer cis heterosexual, Kathya Bolio, se le diera una candidatura LGBTIQNB+.
En Durango el PVEM postulo a una candidata blanca, como mujer afrodescendiente y en Michoacán, durante meses la activista Irene Valdivia denunció que había hombres cis de todos los partidos haciéndose pasar por mujeres trans para acceder a las cuotas de paridad y que 8 de ellos ganaro.
¿Por qué quise mencionar todos estos ejemplos juntes? Porque ya salieron a decir que la culpa de que se estén colando hombres cis a las candidaturas paritarias es por el tema trans y no, no es su culpa.
Estás tácticas las realizan todos los partidos con todas las cuotas, porque no hay un compromiso real con la igualdad y no discriminación. No es que las mujeres trans tengan que tener su propia cuota o solo incluirse en las cuotas LGBTIQNB+ porque son mujeres y las mujeres somos diversas, así que tienen el mismo derecho que todas para acceder a esos lugares.
Aquí la responsabilidad es de los partidos y de los Institutos Electorales que no saben- o se hacen- aplicar y respetar el principio de auto adscripción y deciden solapar a estas personas ruines que, cegadas por el poder, usarán cualquier estrategia para ocuparlo.
Cómo ciudadanía y si además militan en algún partido, la responsabilidad que tenemos es de denunciar como el activimos lo ha hecho, cuando notamos que una persona está aprovechándose del derecho de alguien más para que esto se detenga a tiempo y no tenga estás terribles consecuencias. Pero no caigamos en el juego de creer que la culpa es de las mujeres trans, de las personas con discapacidad, racializadas, afrodescendientes, indígenas, LGBTIQNB+ etcétera; si quiera pensarlo nos hace igual de ruines que quienes usurparon esos espacios.
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