“No tiene importancia”
“Fue un gesto desafortunado”
“Lo veíamos algo natural, algo normal”
Fueron algunos de los comentarios que algunas personas dieron sobre el beso que Luis Rubiales le dio a Jenni Hermoso durante la celebración tras ganar la copa del mundo.
No voy a mentir: no soy aficionada del futbol ni seguí la copa, pero algo que en los últimos años me ha dado grandes alegrías es ver qué los deportes femeniles se están posicionando y emocionando a las personas como lo han hecho por décadas los deportes masculinos.
Socialmente se ha querido asignar un género a los deportes, por lo general se veían como exclusivos de hombres y aquellas mujeres que decidieron incursionar cargaban con un montón de estigmas y estereotipos. Me gusta pensar en las nuevas generaciones que no cargarán con ellos, que pueden ver en la tele, en la prensa, a otras personas que se parecen más a ellas. Tampoco voy a romantizar, esto se ha logrado a costa de muchísimo esfuerzo, discriminación y violencia.
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Ahora tenemos una liga femenil en México, pero no cuenta con la misma proyección y recursos. Estas demandas son exigencias visibles que afortunadamente los medios pero también las morras que son sus seguidores, han hecho eco. El futbol femenil, al menos en México, no se ha quedado callado frente a la violencia y discriminación; pero también desde el activismo que hacen visibilizar al deporte como un evento para todas, todos y todes han generado un ambiente distinto para las, los y les espectadores. Ojalá algún día puedan ir a un evento de deportes femeniles, es otra experiencia.
Por ello lo que sucedió este fin de semana y que quedará grabado para la posteridad en videos y fotografías, nos recuerda que aún hay gente que normaliza la violencia.
Si tiene importancia lo que pasó, porque hay que nombrar que fue un acto sin consentimiento de un hombre con una jerarquía dentro del futbol que decidió besar a una jugadora brillante y excepcional.
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Porque no es que al señor “le quede de otra más que disculparse” como lo ha afirmado ante los medios. Disculparse a regañadientes y sólo por presión mediática no es una disculpa. Este sujeto, Rubiales tiene que hacer una reflexión profunda de lo que hizo y escuchar lo que Jenni Hermoso necesite para sentirse reparada. Y la verdad, ni siquiera nos toca a nadie exigir su renuncia, porque si tuviera el mínimo de decencia, él mismo ya lo habría hecho.
No fue un gesto desafortunado, podemos emocionarnos y celebrar sin duda, pero jamás tocar los cuerpos de otras personas sin autorización. Nunca y menos en la situación actual que se vive.
Pero algo que no debemos olvidar es que este hecho no es Jenni Hermoso. Jenni Hermoso es sus goles que la han hecho, los campeonatos que ha ganado, su compañerismo, su perseverancia y el legado que dejará para otras mujeres y personas que decidan adentrarse en los deportes y que esperemos encuentren un mejor futuro.
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