Por Dino Madrid
En la narrativa neoliberal, aunque somos un país petrolero, se dejó de refinar crudo para convertirlo en gasolinas, argumentando que no era negocio. Esta decisión permitió la dependencia de las importaciones, dejando a México como un exportador de materia prima y comprador de productos terminados, perdiendo soberanía energética.
La derecha política ha aprovechado este contexto para construir narrativas de desinformación, como la promesa de la gasolina a 10 pesos. Sin embargo, detrás de esta acusación no hay un análisis real, sino una estrategia basada en manipulación mediática.
Basta observar cómo llenan las redes sociales de bots, cuentas trolls y discursos de odio. A pesar de esto, el respaldo ciudadano hacia el proyecto de la Cuarta Transformación se mantiene firme, como lo demuestran los índices de aprobación de la presidenta Claudia Sheinbaum.
En 2016, cuando Andrés Manuel López Obrador presentó el Proyecto Alternativo de Nación, señaló que si gobernáramos, la gasolina no costaría 14 pesos, sino 10, como en Estados Unidos. Esto no era una promesa simplista, sino una crítica al modelo neoliberal que abandonó la refinación y entregó el control de los combustibles al extranjero. Si desde 2006 se hubieran construido refinerías en lugar de bardas costosas, hoy seríamos autosuficientes.
El gobierno de Lopez Obrador cambió el rumbo: se ha recuperado la capacidad de refinación y se ha estabilizado el precio de la gasolina, incluso frente a la inflación global.
La promesa no era un precio específico, sino un cambio estructural para que el petróleo mexicano beneficie a las y los mexicanos. La inversión en soberanía energética no solo representa justicia histórica, sino un camino claro hacia la autosuficiencia y el bienestar colectivo.
Deja una respuesta