El Faro
En el corto plazo los usuarios hidalguenses del transporte deberán ajustar sus presupuestos para afrontar una nueva alza en la tarifa en el transporte colectivo. Una aumento necesario, dicen las autoridades, frente al encarecimiento del combustible y refacciones. Pero, ¿alguna mejoría en el horizonte? De eso no hay nada.
En una entrevista banquetera, esta semana la secretaria de Movilidad y Transporte estatal (Semot), Lyzbeth Robles Gutiérrez, confirmó el inminente aumento, aunque el porcentaje aún está en análisis. Aunque sí adelantó que incluso este año vendrá el primer ajuste, “poco a poquito”, matizó la funcionaria.
A partir de esa declaración, distintos medios han dado seguimiento al tema, analizando desde la opinión de usuarios, quienes piden que, si hay aumento, que venga acompañado de un mejor servicio, que hoy se distingue por su pésima calidad.
Otro análisis puso en el centro que Hidalgo destaca por sus bajas tarifas, lo cual no necesariamente es cierto si hablamos de la oferta y calidad de servicios de movilidad que tenemos.
Al hacer una comparación con nuestros vecinos más conocidos salimos perdiendo. El sur de Hidalgo, donde se concentran las zonas urbanas más pobladas de la entidad, convive con dos gigantes: el Estado de México y la Ciudad de México. Las diferencias de tarifas y de diversidad en la oferta revelan más rezagos que ventajas y colocan a Hidalgo en un punto de inflexión para definir hacia dónde debe avanzar su política de movilidad.
El boleto del Metro en la capital cuesta cinco pesos, un precio que es simbólico y que se mantiene desde hace muchos años por un fuerte subsidio público. El pasaje del Metrobús cuesta seis pesos, el Cablebús ronda entre tres y siete, y otros servicios como el Tren Ligero o el Trolebús eléctrico mantienen precios por debajo de los 10 pesos.
En el Estado de México el Mexibús y el Mexicable cobran nueve pesos, pero el transporte concesionado parte de los 12 y ya prevé que suba hasta 16 pesos por el costo del combustible y las refacciones.
Eso quiere decir que Hidalgo tiene una tarifa más alta que sus vecinos en el sistema BRT (Transporte Rápido de Autobuses): cobra diez pesos el Tuzobús, mientras que las combis y urvans cuestan al usuario también 10 pesos, una tarifa más alta que en la CDMX y un poco más barata que en el Edomex.
Un grave problema que enfrenta Hidalgo es la limitada oferta de movilidad. El Tuzobús, que acumula un abandono de 10 años sin ninguna renovación, hoy tiene menos camiones que cuando se echó a andar. Las unidades que ofrecen el servicio sufren fallas mecánicas frecuentes, por lo que el usuario enfrenta retrasos y saturación. En pocas palabras, un mal servicio.
Pero además, pese a las ventajas, el único sistema BRT de Hidalgo se encuentra aislado y sin planes de crecimiento.
Fuera del Tuzobús, todo lo demás son combis y urvans que ofrecen un servicio aún peor. Inseguras, sucias, destartaladas, incómodas, saturadas, conducidas por choferes imprudentes, el usuario debe arriesgar su integridad al viajar en ellas todos los días.
Sexenios van y vienen y el transporte sigue igual o peor. Ahora que viene un aumento en las tarifas, un gobierno que presume ser del pueblo y de izquierda debería hacer un análisis profundo de cómo puede mejorar el servicio en toda la entidad.
El transporte público es mucho más que un tema de tarifas, es un factor de equidad social, competitividad económica y calidad de vida. Si Hidalgo quiere aprovechar su posición estratégica en la zona centro del país, así como los nuevos proyectos federales, debe invertir en ofrecer un servicio más diverso, seguro y confiable.
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- Cronómetro Hidalgo | 05 de diciembre 2025

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