DANIEL-FRAGOSO-EL SURTIDOR

Voz unos a otros

Para Giorgio Agamben: “La filología es clave…no se puede separar el amor por el lenguaje (filología) del amor por la sabiduría (la filosofía). Un filósofo es siempre un filólogo. Y si éste intensifica su campo de trabajo tiene que volverse filósofo, como ocurrió con Nietzsche. La filología no es sólo una doctrina que se imparte en las universidades. Está relacionada con el propio devenir del hombre. Es como una memoria de la antropogénesis, de lo que hay de humano y de inhumano en el hombre”. Y en Idea de la prosa remacha: “Creyendo transmitir la lengua, los hombres, en verdad, se dan voz unos a otros”.

El pensador italiano se apoya en Aristóteles para definirse y dice: “El hombre es un ser viviente que accede a su naturaleza de hablante sólo a través del lenguaje. Tiene que acceder a su propia naturaleza a través de algo histórico como el lenguaje. Por eso se encuentra como dividido entre naturaleza e historia”. Y anota: “Siempre tengo presente esa definición de Aristóteles y también de Nietzsche: para el hombre, ser, existir, quiere decir vivir. La vida no es un problema más, es el problema del pensamiento. Mis trabajos en política buscan desplazar el enfoque y mostrar que la política tiene que ser un elemento que incluya la vida, como el derecho y la soberanía tienen que incluir al ser viviente”.

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Si la palabra es acción serán pues nuestras palabras las que nos guíen, son ellas las que nos llevan a nuestro destino. Somos un puente entre el pasado que añoramos y el futuro que soñamos. Somos el eslabón de lo analógico a lo digital y de lo digital a lo virtual. Somos la respuesta a la ecuación de 2023 años de pensamiento humano.

Si nos detenemos a entender cómo es que llegamos aquí, tendríamos que reflexionar sobre el hecho que, independientemente de la hiperespecialización del conocimiento, vivimos en un mundo para el que no fuimos educados. La tecnología y la difusión del conocimiento en el siglo XXI nos rebasa a cada momento.

Pero también, en un sentido estricto y práctico, desde el principio de la humanidad, el desarrollo de la ciencia y la tecnología se entiende mejor cuando se advierten los cambios de las sociedades, junto con los cambios en los paradigmas del conocimiento.

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Sócrates decía: “no puedo enseñar nada a nadie, sólo puedo hacerles pensar”. Y eso es lo que mueve los engranes de la gran maquinaria del deseo del conocimiento.

Porque, a pesar de los complejos sistemas que construimos, la intrincadas redes que trazamos, todo siempre ha surgido de las preocupaciones de pensadores que se han cuestionado ¿cuál su posición dentro del mundo?. ¿Porqué estamos aquí? ¿Qué es lo que compone cada uno de los elementos que integran la realidad con la que interactuamos?

Somos producto de las interrogantes y de las respuestas que vamos encontrando a esas interrogantes.