Para el filósofo Nayef Al-Rodhan: “Las concepciones neurobiológicas de la naturaleza humana son mucho más amplias que las del realismo. El ego de una persona, por ejemplo, no se entiende simplemente como el motor de la dominación y la búsqueda del poder, sino también como el motor de otra serie de características, como la necesidad de una identidad positiva y el sentimiento de pertenencia. Si se tienen en cuenta estos factores, nuestra comprensión de la conducta humana, así como la conducta de los Estados, se modifica sustancialmente.
El estadocentrismo del realismo también conduce a una concepción del sistema global demasiado estrecha, lo que resulta en dejar a un lado numerosos agentes no estatales que ayudan a explicar la dinámica y las relaciones dentro del sistema global. Por otra parte, limitar el estudio de las relaciones internacionales a la distribución de las capacidades materiales entre los Estados pasa por alto otros tipos de poder y motivadores de acción que constituyen identidades distintas a la del Estado soberano racional y egoísta, como son las identidades étnicas y de género. Bajo mi punto de vista, se debe ampliar la concepción del sistema global y, además, se debe añadir una dimensión idealista a su ontología (es decir, lo que existe)”.
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Como podemos atisbar en su pensamiento, “basándose en su concepción de la naturaleza humana y de la globalización como sistema global no jerárquico, Al-Rodhan propone una visión más exhaustiva de las dimensiones y las dinámicas de nuestro mundo interconectado que denomina realismo simbiótico. En este enfoque, se considera que los agentes principales son: el individuo, el Estado, las grandes identidades colectivas, las organizaciones internacionales, las empresas transnacionales, el medio ambiente, los recursos naturales, las mujeres, la información y las comunicaciones”.
En una suerte de comunicación bidireccional: del individuo al estado, Al-Rodhan afirma que: “Las estrategias de supervivencia de los Estados se basan en acumular poder y formar alianzas contra cualquier Estado que amenace con alterar el equilibrio de poder establecido. El juego se llama política de poder, y es un juego de suma cero. Es decir, la ganancia de un Estado significa la pérdida de otro. Además, en condiciones de escasez y anarquía internacional, la moral se considera la locura de un estadista.
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No abrigo ninguna ilusión de que la moral y la paz sean posibles sin una autoridad central global justa o una hegemonía benévola. Dados los poderosos e innatos instintos de supervivencia y los estímulos de conducta, a lo largo de los siglos los filósofos han reconocido que es necesario algún tipo de autoridad central para prevenir/arbitrar los conflictos y garantizar la justicia, la seguridad, la paz y la prosperidad. Los estudiosos de las relaciones internacionales se encuentran entre los agentes más recientes que intentan lidiar con estos problemas y ofrecer consejo a los Estados en sus relaciones mutuas”.
Encuentro el pensamiento de Al-Rodhan, estrechamente ligado con el de Viktor Frankl, en específico en su célebre discurso de 1944 cuando aseveró: “No podemos refugiarnos en el pasado para apaciguar los horrores del presente, piénsenlo, estamos ante un desafío, ¡el desafío de sobrevivir! podemos hacer una de estas dos cosas, convertir esta experiencia en una victoria o limitarnos a vegetar dejando de ser personas, incluso aquí debemos subsistir al cobijo de la esperanza en el futuro. No importa que no esperemos nada de la vida. Lo que verdaderamente importa es lo que la vida espera de nosotros. No hay que avergonzarnos de nuestras lágrimas, porque demuestran nuestro valor para encararnos con el sufrimiento. Olvídense del placer. Olvídense de la venganza. Olvídense de la cobardía. Lo único que debemos tener presente es nuestra voluntad de sobrevivir”.
Pensando en qué ha ocurrido y qué vendrá hasta ahora, creo que es tiempo de afianzar nuestra voluntad de vivir.