Una historia que une a Latinoamérica

A 500 años de la llegada de los españoles al nuevo continente, aún hay historias que contar o recontar. Pero hay pasajes que se cuentan de una forma más rigurosa que otras, por lo que hace a la investigación bibliográfica, por la seriedad con la que los autores toman su papel.

Es el caso del peruano Rafael Dumett, lingüista, dramaturgo, guionista, pero, sobre todo, escritor, quien dedicó once años de su vida a documentar lo que a la postre se ha convertido en una novedad editorial que los mismos historiadores reconocen como un documento de consulta: El Espía del Inca (Alfaguara).

La novela histórica de Dumett tuvo su origen gracias al “amor a la prosa” que el escritor radicado en San Francisco tenía ganas de retomar luego de dedicarse durante varios años al teatro y que lo llevó a salir de Perú para radicar en Francia y, posteriormente, en Estados Unidos.

El Espía del Inca cuenta la historia de Felipillo, “un traductor indígena que se vio intermediario entre dos grandes civilizaciones, la española y la andina. Creo que tiene muchos puntos en común con la Malinche. Traté de averiguar todo lo que se sabía sobre este personaje y descubrí otros traductores indígenas, tan interesantes como Felipillo.

“Descubrí mujeres indígenas de origen guatemalteco, encontré la presencia de negros muy interesantes que hablaban español e información puntual de cada uno de los conquistadores. Personajes muy interesantes todos ellos, comencé a armar fichas con toda la información y el archivo fue creciendo y yo sin saber exactamente qué quería con todo eso”. Durante un año Dumett se llenó de fichas históricas de estos personajes.

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Lo que el escritor egresado de la Pontificia Universidad Católica de Perú concibió originalmente como un manual para actores de teatro fue tomando forma hasta convertirse en una novela de 900 páginas y que el crítico literario y antologador peruano Ricardo González Vigil no ha dudado en calificar como “una de las novelas históricas más admirables de las letras peruanas y en general hispanoamericanas”.

-¿Es un libro histórico o es una novela? – Se le pregunta al escritor vía Zoom.

“Es una novela bien documentada”, responde de inmediato y explica que al hacer un texto con las características de su novela tenía la obligación de documentarse. “Uno tiene que enterarse, sobre todo en un terreno tan espinoso como el de nuestro pasado histórico que está lleno de mentiras, de falsedades”.

Y expone que la diferencia entre fantasía e imaginación es que en la primera hay rienda suelta y donde se permiten las tonterías que se ha escuchado a lo largo de los años, pero con la imaginación se debe ejercer después de haber documentado información para poder hacer una historia más cercana a la realidad, más cercana a la realidad histórica.

Haber dedicado tanto tiempo a la investigación y escritura de su novela nos permite preguntarle si la conquista fue buena o mala para las ahora naciones latinoamericanas.

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En ese sentido, dice coincidir con el escritor mexicano Felipe Navarrete, autor del libro ¿Quién conquistó México?, quien plantea que en la conquista hubo más de dos actores, que fue un evento multidimensional que va más allá de quienes quieren ver el hecho histórico en donde solo hubo dos bandos.

“Por qué los españoles tuvieron tanto éxito en su conquista, fue porque contaron con una gran cantidad de aliados que no podemos calificar de traidores. Por ejemplo, en el caso de la Malinche, ¿cómo se le puede exigir o catalogar como traidora? La malinche no era mexica, ella era maya y además tengo entendido que tenía un pasado muy emblemático. Hay que entender que los tlaxcaltecas, a los grupos étnicos que se aliaron contra los mexicas”, explica.

Seguro está usted enterado que el presidente de México lleva tres años pidiendo a España que pida perdón por la conquista. ¿Cuál es su opinión al respecto?

“Yo parto de la buena fe de las personas. Sé también que hay motivos para la manipulación política. Trato de pensar si yo fuera un gobernante de un país como México, que quiere conmemorar colectivamente con España, cómo lo planteamos. Pero si del otro lado hay una respuesta histérica, ¿por qué?”.

“Para mí, honestamente, el maquillaje, la manipulación (en el pedir el perdón de España) es claro, pero por el otro lado, también es interesante la reacción del gobierno español a esa petición”.

“Uno tiene que enterarse, sobre todo en un terreno tan espinoso como el de nuestro pasado histórico”