Todo apunta a que la consulta ciudadana para la revocación de mandato en el sexenio de Julio Menchaca se quedará en un experimento para medir los alcances del mecanismo de control constitucional que impulsó hace unos años el expresidente Andrés Manuel López Obrador.
O al menos así lo dicen las cifras. Cuando falta alrededor de mes y medio para que se cumpla el plazo fatal para recolectar las firmas necesarias, no se ha llegado ni al 5% requerido por ley.
Puedes leer: Empezar de cero
El pasado miércoles, el Instituto Estatal Electoral (IEEH) dio a conocer que entre todos los promoventes de la consulta de revocación han acumulado mil 184 firmas, una cifra ínfima si tomamos en cuenta que deben juntarse 236 mil 629, que es 10% del total del listado nominal en la entidad.
Se antoja imposible que en cinco semanas los ocho promoventes registrados sumen más de 200 mil firmas.
¿Por qué apunta al naufragio el primer intento en la historia de Hidalgo por hacer efectivo este mecanismo democrático? Es una pregunta que merece un cuidadoso diagnóstico, pero se pueden inferir algunas causas.
La principal que percibo es que no hay un ánimo generalizado adverso al gobierno de Julio Menchaca. Una administración que ya rebasó la primera mitad de su mandato y que no muestra signos de hartazgo graves en la ciudadanía.
O al menos no se percibe un descontento masivo, al estilo de los últimos dos años del gobierno de Enrique Peña, cuando la desaprobación del priista no sólo era patente en las encuestas, sino que se percibía en cualquier conversación cotidiana.
Esto no significa que el gobierno actual haya transitado sin obstáculos o desaciertos. El maltrato a las manifestaciones del movimiento feminista; la crisis de escasez de agua en Pachuca; feminicidios de alto impacto que no fueron atendidos como se esperaba, y la reciente tragedia por el paso de Priscilla son algunos de los momentos más complejos que, sin embargo, no se han cargado a la cuenta de la actual administración.
Si acaso hubiera un disgusto patente, éste no se ha manifestado abiertamente.
Platicando con uno de los promoventes de la consulta, relató que sí hay interés por firmar a favor de que se realice, pero que al final la intención se diluye por miedo a posibles represalias, lo cual sería un síntoma de que nuestra incipiente democracia no goza de cabal salud.
En medio de todo esto, hay que reconocer que hoy contamos con un instrumento tanto federal como estatal que permite un nuevo control ciudadano en caso de que tengamos un gobierno cuya actuación sea notoriamente contraria al interés de la mayoría.
Hoy lo vemos normal, pero si nos vamos unos años atrás en el tiempo, una posibilidad como la que hoy tenemos resultaría impensable.
No obstante, falta que el mecanismo se conozca de manera masiva, y también, que la ciudadanía ejerza ese derecho sin ningún temor, lo cual tendría que ser condición en una democracia fuerte y consolidada.
Sigue nuestro CANAL ¡La Jornada Hidalgo está en WhatsApp! Únete y recibe la información más relevante del día en tu dispositivo móvil.

Deja una respuesta