El libro Elogio de la memoria no solo es una obra que podría pretender solamente ser leída por quien lo tenga en sus manos, sino que es, sin duda, un material en donde personajes influyentes de la cultura, la ciencia, la historia, convergen en manera de conversaciones y ensayos que fue realizando Miguel Ángel Muñoz a largo de 20 años, cuentan una parte de la historia de nuestro país haciendo de dicho material una joya que tendría que ser parte de la biblioteca de todos.
Y es que el trabajo para reunir un sinfín de escritos fue titánico, dijo Muñoz, ya que mucho material se realizó cuando todavía el internet no existía y por ende tenía que buscar en sus archivos publicaciones, cassettes y hasta en su cabeza de qué, cómo, cuándo, por qué, para qué, realizó estos materiales.
“La idea original le surge al editor Carlos López, que es el editor de Praxis, que me había pedido hace tiempo un libro antes de la pandemia y sugiriéndome precisamente recuperar algunas de las entrevistas que yo había hecho durante casi 20 años en algunos medios de comunicación.
“Tenía que llevar los escritos a máquina (de escribir) y dejarlos en El Financiero o en El Nacional, y lo bueno es que siempre guardé los recortes del periódico, entonces entre las cajas, ahí de las mudanzas y todo, pues encontré estas que se publicaron y traté de juntarlas en cuatro secciones”, expresó Miguel.
De hecho, el libro se divide en cuatro secciones: Historiadores, Antropólogos, Lingüistas y poetas y Dramaturgos.
Entrevistas “duras de roer”
Mientras se va pasando las hojas de esta obra escrita por el también poeta, historiador y crítico de arte, se muestra a personajes complicados al ser conocidos por no conceder entrevistas a nadie, pero que Miguel Ángel consiguió debido a su insistencia y ayudado en algunas ocasiones por el círculo de personas en el que se mueve.
Y la primera charla que tenía que estar en Elogio de la memoria. Ensayos y conversaciones es la primera que publicó en el periódico El Nacional, en 1992, y fue al periodista y escritor Ricardo Garibay, quien se hizo famoso por pedir dinero para ser entrevistado.
“Me acuerdo de que yo llegué a la redacción del periódico El Nacional, en aquel entonces era Fernando Solano el director de cultura; una gran amiga le dijo que lo venían a buscar para ofrecerle una entrevista de Garibay.
“Entonces Fernando me atendió y me dijo: ‘Oye, ¿cuánto va a cobrar Garibay por la entrevista?, ¡porque todo cobra!’ y yo le dije ‘aquí la traigo’ y salió al otro día en primera plana del periódico y, fíjate, fue mi primera entrevista sobre Garibay.
“A Garibay a lo largo de 20 años lo entrevisté en diferentes etapas, unas entrevistas más cortas, unas mejores, otras no tanto, entonces lo que hice fue juntarlas y darle un cuerpo general, por eso hay algunas entrevistas (en el libro) que son más grandes”, comentó.
Sin embargo, el trabajo de recopilación del material también tuvo que ser actualizado para que no perdiera vigencia, porque hay algunos personajes que ya fallecieron y por ello tenía que ajustar la información.
“También me di cuenta de que tenía que corregir un poco las preguntas, o sea, pulirlas, o sea, (algunas) sí están tal cual, pero otras, al ya pasar de los de 30 años, pues te das cuenta de cómo la regó uno, de cómo puede presentar esto”, expresó.
¿Un libro de texto para periodistas?
Fue durante el tiempo complicado de la pandemia cuando Miguel se dio a la tarea de hacer la recapitulación de su trabajo, el cual hizo con la intención de que la gente pueda tener una parte de sus entrevistados, como la científica Paulette Dieterlen, el cronista Álvaro Matute y al ensayista Juan Manuel Lope Blanch, entre otro más.
Dicho libro es una obra donde algunos géneros periodísticos están bien plasmados, por ello se le preguntó a Miguel si le gustaría que su material sea considerado para que estudiantes de periodismo y comunicación tengan una idea de, primero, cómo realizar su trabajo y, segundo, conocer a personalidades que han marcado la vida nacional.
“Bueno, dos cosas, y con todo respeto, pero me hubiera gustado ser periodista, pero pues no soy periodista, soy un poeta que quiso ser o un escritor o un historiador, que quiso hacer, entre comillas, periodismo, pero todos mis respetos a los que se dedican a este noble oficio.
“Sería muy pretencioso decir que se podría volver un libro de texto […] como este tipo de libros muchos colegas periodistas han hecho, por ejemplo, Rafael Cardona tiene uno muy bueno que precisamente que publicó con Conaculta.
“Pero sí creo que puede servir para muchas generaciones entender un poco desde el punto de vista de la entrevista o de la conversación, pues temas de cómo sacarle jugo a un antropólogo, a un historiador, un lingüista, a un poeta, un dramaturgo y, sobre todo, gente que es muy difícil de tratar, por ejemplo, el caso de Garibay”, expresó.
La entrevista con Elena Garro es de las que más recuerda Miguel con mucho cariño y, pese a que la escritora ya se encontraba enferma, dijo, hablar con ella era coherente y maravilloso.
“Ya estaba mal, pero fue maravilloso porque me decía ‘vente mañana y mejor mañana hablamos’, y me decía que mejor otro día; entonces hasta que la grabadora ya se soltó y por eso me dijo que ya no tenía amigos, porque realmente ya estaba muy sola”, recordó.
Entre sus entrevistas favoritas se encuentra la que le hizo al filósofo Ricardo Guerra Castellanos, quien es hijo de Rosario Castellanos, para que le platicara sobre el libro de Cartas a Rosario.
“Me acuerdo de que le hablé, también vivía en Cuernavaca, y le dije ‘oye, te quiero entrevistar’ y él me dijo que no, que no hablaba sobre eso y que no le interesaba, total que lo convencí y esa entrevista me la pidió René Avilés para el Excelsior.
“Pero me decía René que le preguntara que si de verdad le pegaba (Ricardo Guerra a Rosario Castellanos), obvio que no lo hice. Claro, Guerra nunca quiso hablar sobre Rosario Castellanos, pero lo conseguí”, recordó.
―¿Cómo describes tú libro?
―Jugando un poco con el título, pues más bien es un elogio de la recuperación de la memoria. Es un elogio de los trabajos esos que cuando vi la primera entrevista publicada en los medios a nivel nacional, primera plana, en El Nacional, pues se te llena el pecho de mucho orgullo.
“Pero para mí, más que el orgullo es más ver el trabajo de muchos años, ver el amor con lo que se hizo todo esto, las ganas. Deja los ensayos a un lado, porque son más recientes, pero las entrevistas son eso, de haber logrado, de haber ido a tocar las puertas de los medios para que me publicaran, como El Financiero con Víctor Roura, La Jornada Semanal, entre otros”, aseguró.
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