Un amargo regreso a clases

Esta semana millones de niños y niñas en todo el país regresan a la escuela pero esta vez regresan a clases en medio de la improvisación y el conflicto.

El primer problema con el regreso a clases es que se regresa, otra vez, sin tener mucha idea de lo que ha pasado con el aprendizaje en los últimos años. No sabemos a ciencia cierta cuál es la verdadera situación de la educación después de la pandemia. El Banco Mundial en su momento calculó que México perdió el equivalente a año y medio de aprendizaje por la pandemia y en estos últimos años prácticamente nada diferente se ha hecho para reponer esa pérdida. Varios expertos en educación coinciden en lo mismo: lo más probable es que hoy los niños y niñas de México sepan menos que antes y si consideramos que ya antes de la pandemia había problemas (en la prueba PISA 2018 México estuvo por debajo del promedio de la OCDE en todos los rubros evaluados), hay que imaginar cómo se está hoy.

Pero no contentos con esto tenemos ahora el problema de los nuevos libros de texto. Los libros de texto, sin costo, que no gratuitos, son en muchas escuelas la herramienta más importante para aprender, en algunas otras la única, es por eso que importan y deberían de hacerse bien. Este no fue el caso, los nuevos libros de texto no sólo están plagados de errores y tienen carga ideológica sino que además todo indica que ni siquiera se realizaron conforme a la ley, todo lo malo que rodea a los libros de texto se pudo haber evitado.

El escritor Guillermo Sheridan estudió no sólo los libros que se le dan a los alumnos sino también los que se le dan al maestro y mostró cómo efectivamente hay carga ideológica antiliberal y anticapitalista en ellos. Mostró también cómo muchas de sus partes están inspiradas en un programa educativo de la CNTE y de cómo ese programa está inspirado a su vez en el pensamiento marxista. Podríamos debatir si estas formas de pensamiento son buenas o malas para nuestro desarrollo pero creo que es más importante hacernos otra pregunta. ¿Por qué querríamos enseñar a los niños y niñas a pensar de forma única?

Si algo nos han enseñado varios pasajes de la historia de la humanidad es que no es buena idea querer hacer que todos pensemos igual, de hecho las sociedades más exitosas tienen como una de sus virtudes que en ella pueden convivir libremente varias formas de pensamiento de forma pacífica. No parece muy buena idea querer enseñarle a un niño que vea la vida en blanco y negro, en términos de buenos y malos, la comunidad buena y el individuo malo, el socialismo bueno y el capitalismo malo, etcétera. En una sociedad libre no debería de haber formas de pensar dicotómicas, únicas y obligatorias, la existencia de opciones es algo esencial para la libertad.

Luego viene el contenido, la investigadora Alma Maldonado se puso a estudiar los contenidos y lo que encontró fue que en toda la primaria un niño va a tener 20 contenidos de matemáticas, menos de una tercera parte de los contenidos de lenguaje. Pero no sólo eso, algunos de esos 20 contenidos tienen errores de concepto, no es sólo que se vayan a enseñar pocas matemáticas sino que además se van a enseñar mal. Algo tan importante para el futuro como el pensamiento científico o las matemáticas han sido despreciados. Muchos de los niños en el futuro no se acercarán al álgebra o al cálculo, muchos de ellos no querrán estudiar física, astronomía o algunas de las tantas ingenierías, en consecuencia, menos niños van a poder acceder a empleos mejor pagados y no tendrán mayor movilidad social.

Hace poco leía con gusto la noticia de que Roi Monroy, un niño pachuqueño de tan sólo 9 años, ganó el Campeonato Internacional de Aritmética Mental que se celebró en Malasia este año, no quiero pensar que en el futuro no habrá muchos más niños y niñas hidalguenses como Roi porque no tuvieron las herramientas adecuadas. Decían que con los niños no.