La tarde de este sábado en Tulancingo tres contingentes de mujeres salieron con pancartas y marcharon en contra de todas las formas de violencia que afectan a las mujeres, pero en particular por los feminicidios que han marcado a esta región.
“Aleeerta, aleeerta. Alerta que camina, la lucha feminista por América Latina. Y tiemblen y tiemblen y tiemblen los machistas, que América Latina será toda feminista”, resonaba y unía a madres, hermanas, amigas, en una sola voz.
El colectivo separatista acuerpó a Mónica Elizabeth Sepúlveda González, madre de Vivian Daniela, una de las tres jóvenes víctimas de feminicidio en Santiago Tulantepec el pasado 30 de julio.
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La mujer llegó desde Tijuana para alzar la voz por su hija y por todas las que ya no están. Su presencia fue un recordatorio palpable de la lucha que se vive en cada rincón del país.
Las calles del primer cuadro del centro se convirtieron en un espacio de encuentro y reivindicación, donde el dolor por las pérdidas se transformó en un grito colectivo por justicia.
A medida que avanzaba la marcha, las voces se unían en un eco de resistencia, al que también se unió un grupo por los derechos de las niñas y adolescentes.

Las mujeres marchaban con la firme convicción de que su lucha no es solo por ellas, sino por todas las que han sido silenciadas.
Un contingente “transincluyente” también participó en la marcha, denominado midi.

En las escalinatas de la Catedral Metropolitana de Tulancingo, las feministas dejaron dibujos y zapatos de infancias, por presuntos abusos sexuales ocurridos en la Arquidiócesis de Tulancingo.
Brujas del Tule colocó un tendedero de denuncia, con el fin de visibilizar las agresiones que viven las mujeres día a día y se ofrecieron clases gratuitas de defensa personal a las mujeres.

La última manifestación fue nocturna (marcha del silencio) organizada por este colectivo emergente que ha tomado fuerza en la lucha por los derechos de las mujeres en la región.
Cada vela estaba cargada de emociones encontradas: tristeza, ira, indignación y, sobre todo, una determinación inquebrantable de no olvidar a quienes han sido víctimas de la violencia.

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