Para los sobrevivientes y los deudos de la explosión de Tlahuelilpan, la tragedia ocurrida en los límites entre esa demarcación y Tlaxcoapan el 18 de enero de 2019, sigue viva y latente; a tres años de distancia las familias no han recibido el acompañamiento adecuado para hacer frente a lo que pasó, ni los apoyos prometidos.
Al respecto, Rosalina Reyes Torres, madre de Alan, uno de los menores de edad que sobrevivieron y que fue atendido por la fundación Michou y Mau, cuenta que su hijo vive en la depresión, ya han pasado tres años y aún no logra asimilar lo que ocurrió ese día, a veces desearía mejor no haber salido con vida de ese lugar.
Y es que según cuenta la mujer, su hijo se fue a San Primitivo a ver qué pasaba, pero en el camino le dijo a su primo Gabriel que fueran, sin embargo, Gabriel no pudo regresar con vida de la explosión de Tlahuelilpan, lo cual le pesa mucho a Alan pues se culpa de lo que ocurrió.
Alan ahora tiene 17 años y las quemaduras en su cuerpo aún son graves, le causan dolor a diario y ha decidido limitar su interacción humana prácticamente a su madre, no sale, y no quiere convivir con más personas, pues según lo que comenta su madre, el joven siente que su vida se acabó después de la explosión.
La esperanza que tiene Rosalina, quien vive en la comunidad de Teltipán, en Tlaxcoapan, es poder llevar a su hijo a Galveston en Texas, al hospital Shriners, en donde le harán una cirugía que según explica la señora, podría ayudar a Alan a quitarse la máscara que actualmente lleva para proteger las heridas.
Y es que, según cuenta la mujer, tiene la esperanza de que una vez que su hijo se pueda quitar la máscara entonces quiera rehacer su vida, retomar los estudios y socializar, porque actualmente se encuentra deprimido casi la mayor parte del tiempo, pues la explosión sigue latente en las heridas de su piel.
Por eso Rosalina pide que le ayuden a que le den la visa por 10 años, pues actualmente solo se la conceden por un año y eso ha imposibilitado que acudan a Estados Unidos a recibir la atención médica, pues han perdido más de cinco citas porque la visa no estaba vigente.
La pérdida de un esposo
Mientras que para Y.D.O la muerte de su esposo significó tener que dejar a sus hijos solos mientras ella sale a trabajar para poder mantenerlos, pues explica que luego de que su pareja falleció en la explosión de Tlahuelilpan, ella ha tenido que hacerse cargo del negocio familiar, lo que ha implicado pasar menos tiempo con sus dos hijos, quienes aún hoy preguntan qué le pasó a su papá.
Por Joselyn Sánchez
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