Garlito
En la frialdad del librero, el dedo índice selecciona al azar, surge ¨Se está haciendo tarde… Final en la laguna¨, pudo haber sido ¨Inventando que sueño¨, o ¨De Perfil¨, el que fuera; cuando uno abre un libro y percibe la emoción del escritor, ahí palpitando en sus palabras escritas, el anonadamiento de describir la vida, con un nuevo lenguaje; se trata de explicar la realidad, lo más alivianado posible: comunistas perversos, demócratas invasores, los Beatles se drogan, el rock es instrumento del capitalismo, Corea y Vietnam, fueron un genocidio, los Rolling Stones tienen pacto con el diablo, Three Souls in my Mind y Dugs- Dugs son la neta, la Revolución es una farsa y el festival de Avándaro una liberación para diluir la matanza del 68, Bob Dylan es ya un filósofo; frente al librero con las piedras rodantes y la frescura de la primera etapa de Jagger y Richard, Corazón de Piedra; José Agustín con agrado, jala con furia una bocanada de su cigarro Alas sin filtro y espera nuestro comentario sobre su aportación literaria.
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Fresa
En las damas chinas, como en el ajedrez o el hoyo fonky, el chiste es estar colocado en el lugar correcto, no todos cuentan con la fortuna de nacer en una generación no solo testigo, sino partícipe de un movimiento social mundial de los años 60´s, la liberación de una juventud sin demasiadas expectativas en el capitalismo; hablaba con la misma vehemencia que escribía, este es buenísimo y explicaba la recurrencia literaria de Cortázar en muchos textos, comentaba la buenísima onda que traían unos chavos que se llamaban Canned Heat; en un programa de televisión tan viejo como las aventuras de Parménides García Saldaña, Alejandro Lora y él, donde testimoniaron la ruptura absoluta y definitiva, entre la momiza azotada y la chaviza alivianada, de pelos largos, comunista, fumadores de mota, los otros representantes de una sociedad que tras el parricidio estudiantil, la sociedad y familia mexicana no tenían mucho que ofrecer… olvídate de todo y que viva el rocanrol; cronista de una generación rebelde, irreverente, entre más mejor, como una fiesta prolongada, somnolienta de Green Grass, Acapulco capital jipiteca; reflejada la juventud nacional mezclada, niños bien con residencias en Cuernavaca a los barrios más sórdidos, los hoyos fonky llenos de rencor de valemadrismo, pero donde se discutía la dictadura disfrazada, el rock como música libertadora; la prosa, estructura y desarrollo, es un viaje muy elevado, en pocas palabras, la obra de José Agustín, es un viaje psicodélico.
La antisolemnidad que caracterizaba su personalidad y literatura, José Agustín es para la generación de jóvenes inmediata a los sucesos del 68, una válvula de escape, donde en sus novelas se cuestiona la sobriedad de Pedro Infante, la castidad de Angélica María, pero también la lucha de esquiroles en el movimiento popular urbano, para boicotear sobresaltos ciudadanos, el porrismo como ya una forma de vivir en las universidades, la doble moral de la familia mexicana y la manipulación de los medios en una sociedad de a mediados del siglo pasado, todo esto con un fondo musical de grandes canciones de rock y blues, colocadas estratégicamente dentro del texto, la literatura de José Agustín es musical también, pero no todo es un reventón y la onda fue un paso en su obra, siempre irreverente ese fue su estilo personalísimo.
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Grueso
Teniendo maestros como los tuvo, el lenguaje ente vivo y su caló respectivo, no podían estar fuera de su léxico, una de las aportaciones a la literatura es la incorporación de palabras que años después serían aceptados por la Real Academia de la Lengua y escribir como se habla en los años 60´s, es otra reliquia la literatura de la onda y José Agustín nos dejan de legado, atacando el academicismo como una postura política, la contracultura como parte de la cultura misma; ya había señalado que en México en los años 80´s del siglo pasado y en general en todas las épocas, la cultura estaba manejada por unos personajes que desde Guillermo Prieto hasta Octavio paz, la cultura era de unos caciques monolíticos; también hace reflexiones serias sobre la cultura, el cine y la política nacional: Tragicomedia mexicana es una obra tan seria que uno no para de reírse.
Considerada una de las últimas grandes plumas nacionales, José Agustín tuvo una vida intensa y sorprendente, desde muy joven se comprometió con causas a las que nunca traicionó y además de escribir sus novelas, su activismo social y cultural fueron un ejemplo, tallerista, conferencista, intelectual aferrado, melómano, pocos logran hacer de su obra una contracultura y en esa dimensión esta José Agustín, que al dejar este plano, cierra una era.