El que pregunta no se equivoca, reza un viejo y conocido refrán. Esta frase me recuerda la necesidad de validación que tenemos los seres humanos. El raciocinio nos separa de las demás especies, pero también es quien nos inculca la obligación de pertenencia mediante el uso de él. Dejamos la fuerza física de lado y la ejercemos mediante la dominación en el mundo de las ideas. Elegimos, ese es nuestra fuerza, nuestro destino.
Winston Churchill decía que: “La democracia es el peor de todos los sistemas políticos, con excepción de todos los sistemas políticos restantes”, quizá porque entendía que no hay más dolor que la verdad de que la elección de una persona es irreversible. Por tanto, el sufragio es un aspecto constitutivo en la vida de una nación. Cada ciudadano enfrenta una decisión que debe tomar de una manera mesurada y consciente.
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De entre los modelos de gobierno que han existido a lo largo de la historia, el democrático, quien es el que se ha basado en la determinación de una pregunta, de una elección, es el que ha resultado tener mejores resultados en cuanto a implementación. Por qué motivo, simple, porque es el único que recae sobre la decisión personal del grueso de una población en un territorio determinado.
Ahora bien, en la joven democracia mexicana, antes de ejercer el sufragio, y de manera complementaria e inducible a los procesos de determinación de la opinión pública, se encuentran los estudios demoscópicos. En específico, las encuestas, que hoy en día están de moda en nuestros hábitos de consumo digital y de las cuales solemos hablar sin conocer a ciencia cierta cómo fueron creadas y cuál es la imagen que representan en sus cifras.
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En términos científicos, no es determinante la realidad que representa una encuesta realizada en una muestra de 1,000 personas de un universo de población de 2 millones y medio de personas dentro de un territorio de 84 municipios, que aquella que se realiza a 1,000 personas de cada uno de esos 84 municipios. Es decir: las dos tienen un espacio territorial en común, pero no reflejan lo mismo. Sin embargo, para fines estadísticos de construcción de mensajes, en comunicación, ambas reflejan la realidad de ese mismo territorio.
Por ejemplo, en la semana anterior se hicieron públicas cuatro encuestas de casas encuestadoras distintas: Campaign & Elections Research; Parametría (contratada por el Consejo Coordinador Empresarial de Hidalgo); Reforma (Criterio Hidalgo) y el Financiero (Alejandro Moreno). En todas ellas, quien lleva la delantera dentro de las preferencias electorales es el Candidato Común a Gobernador por Juntos Haremos Historia (PT, PNAH, Morena) Julio Menchaca Salazar.
Lejos de leer los resultados de estos estudios como una tendencia irreversible, no debemos de perder de vista sobre estas encuestas, que en todas ellas, el punto a atacar por los estrategas de las campañas no está en el porcentaje de distancia que hay entre uno y otro candidato/a, sino en las personas que no han decidido su preferencia electoral. La diana a la que hay que perforar es aquella compuesta por la opinión de quien aún no decide cuál será el candidato al que elegirán.
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