En sociedades visionarias como la nuestra, donde una Revolución funda bases para igualdad, justicia, democracia, equidad, pese a todas sus deformaciones, el bando triunfador tiene claro en mente, que para hacer realidad esa evolución, se requiere que no exista una educación clasista, escuelas donde estudiarán los hijos de los jornaleros y otras donde los hijos de los hacendados, sino un modelo universal donde todos puedan acceder sin distingos de raza, cultura o religión, una educación pública y gratuita donde se impartan valores y conocimientos cuyo único fin sea el engrandecimiento de México y superación de los mexicanos.
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Punto
Desde las épocas de Gabino Barreda, Justo Sierra y José Vasconcelos, se vislumbraba una educación pública gratuita para el pueblo mexicano, con el propósito de identificar la trascendencia de nuestra experiencia nacional y los saberes universales para trasmitirlos a las nuevas generaciones, así como afianzar patriotismo, nacionalismo y la grandeza de la cultura mexicana, entre ellas las contradicciones de la independencia y Reforma y posteriores tiempos venideros; basada en el positivismo mexicano, los primeros intentos de una educación pública en México trató de erradicar las escuelas para ricos y escuelas para pobres, esa fue la lucha de los revolucionarios armados con pluma y papel, alentadores de la utopía mexicana revolucionaria y progresista; para incitar la imaginación y ver un esbozo de la sociedad que aspirábamos, los textos que justificaban la realidad tendrían que dispersarse entre por quienes se llegó a la lucha armada: las niñas y niños mexicanos.
Los principios que establece la pedagogía, métodos, prácticas y modelos de los procesos de aprendizaje y enseñanza, son dictados y analizados desde la óptica de quien considera qué cosas deben saberse y qué no, de manera selectiva se reitera sobre ciertos conocimientos y en otros se ignora totalmente, quien pretende educar a las nuevas generaciones y sin duda a las futuras, no tratará ni intentará, será parte importante de su presencia para que las ideas permanezcan por un tiempo, los libros de texto gratuito, es un poco de la vieja consigna, la historia la escriben los ganadores; en los libros de texto gratuito donde estudiamos los mexicanos podemos encontrar ese indicio y desde siempre han sido atacados por la ultraderecha nacional.
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Y coma
Socialistas eran esos libros, decía la vela perpetua y ultraconservadores de aquellos tiempos, años 60´s y 70´s, aún en blanco y negro y la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuito, la integraban entre otros Martín Luis Guzmán, Mauricio Magdaleno, José Gorostiza, Rómulo O´Farrill, José García Valseca, Julio Scherer García, asesorados por Antonio Caso, Octavio Paz, Ángel María Garibay, Miguel León Portilla, Rosario Castellanos, entre otros muchos y muchas mentes brillantes, artistas y ciudadanos; se exaltaba la Constitución, el agrarismo y su reparto de tierras, los nuevos estratos sociales obreros y clase media, el desarrollo de las grandes ciudades, la industria y el comercio, la época llamada el milagro mexicano, es decir la absoluta justificación de la Revolución; la reacción y los fifís igual como hoy, se revuelcan en su propia bazofia.
Llovieron las críticas, los padres de familia espantados, los conservadores veían en esos libros la encarnación del innombrable, Marx y Lenin, la propagación del exterminio de las ideas ultraconservadoras de un estatus quo, degradado y sin embargo nadie quemó libros pero se permitió la proliferación de escuelas conservadoras, católicas y antipatriotas, con altas colegiaturas, donde efectivamente iban a clases los hijos del hacendado y los de la peonada, en las escuelas públicas; llegó una nueva reforma educativa y la sexualidad entró como materia de estudio, ahí sí fue la gota que derramó el vaso, hasta como evitar que los niños nazcan enseñan en las primarias, decía las abuelitas abnegadas, porque las abuelas revolucionarias estaban de acuerdo, ya basta de tanto chilpayate a lo pendejo comentaban; la dictadura en sus últimos momentos, ignoró la matanza de Tlatelolco, el halconazo, la matanza de Aguas Blancas o el levantamiento del EZLN; si a errores nos vamos, el peor será no permitir una educación verdaderamente patriota y útil para los futuros mexicanos.