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Teorizar y actuar

Sebastián Cabello, en su estudio “El camino de desarrollo de las ciudades inteligentes”, auspiciado y publicado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de la ONU, apunta lo siguiente: “la explosión demográfica de las décadas anteriores llevó a una urbanización espontánea, y produjo territorios urbanos muy desiguales y frágiles desde el punto de vista de acceso a servicios básicos, medios de transporte e impacto ambiental, un desarrollo sin planificación ni visión de largo plazo. En la actualidad, la posibilidad de avanzar hacia ciudades inclusivas y sostenibles está dada por el aprovechamiento de las oportunidades que presentan las nuevas tecnologías en ámbitos tan diversos como el transporte y la logística, la eficiencia energética, las plataformas digitales de servicios, la innovación social y la participación ciudadana. Si bien, el despliegue tecnológico a nivel internacional ha sido acelerado, se requiere de un conjunto de políticas industriales y tecnológicas que permitan atender y cerrar las brechas que aún persisten entre en ciertos segmentos y grupos sociales”.

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Por ende, tenemos que hablar de ciudades y territorios inteligentes en clave de una concepción holística que permita, desde la identificación de los elementos que la historia nos ha heredado, hasta las posibilidades que también, la interconectividad y la construcción de las sociedades modernas nos están posibilitando a cada momento. Es decir, el desarrollo de la humanidad, desde el principio de los tiempos, nos ha enseñado que sucede mucho más rápido que la teorización e identificación de los problemas de las propias civilizaciones.

O como lo dice puntualmente el propio Cabello: “Tal como señala la Naciones Unidas al definir el Objetivo de Desarrollo Sostenible número 11, las ciudades y las áreas metropolitanas son centros neurálgicos del crecimiento económico, ya que contribuyen al 60% del PIB mundial aproximadamente. Sin embargo, también representan alrededor del 70% de las emisiones mundiales de carbono y más del 60% del uso de recursos. El camino de una ciudad tradicional a una moderna, inteligente y sostenible implica una aproximación holística que conlleva innumerables retos de planificación y coordinación.

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Poseer un modelo de desarrollo integral y articulado con políticas basadas en evidencia será

fundamental para definir la relación de la ciudad con su entorno, y de este modo promueve un cambio en los patrones de producción, consumo y demanda, tendientes a garantizar el equilibrio en todos los ecosistemas vinculados a las ciudades. Prácticamente todas las grandes urbes se enfrentan a desafíos en materia de planificación, administración y gobernanza con el objetivo de maximizar las oportunidades económicas y minimizar los daños medioambientales”.

En consecuencia, creo que es momento de teorizar y actuar, de poder realizar acciones que nos permitan orientar el desarrollo de nuestros territorios para adecuarnos a las realidades múltiples y cambiantes, pero también, desde la educación y reconfiguración de la sociedad que somos.