El fin de semana, la Ciudad de México fue escenario de una marcha contra la gentrificación. Aunque el epicentro de la protesta fue la capital del país, el fenómeno no es ajeno a la zona metropolitana de Pachuca ni al resto del estado de Hidalgo, donde cada vez más familias enfrentan una barrera casi infranqueable para acceder a una vivienda digna.
El problema es doble: por un lado, los precios de las casas siguen en aumento; por otro, los salarios locales siguen estancados. La mayoría de la población en Hidalgo vive con ingresos mensuales de entre 8 y 12 mil pesos, lo que les permite acceder a créditos hipotecarios que rondan entre los 360 y 500 mil pesos, muy por debajo del precio de cualquier vivienda nueva en zonas urbanas consolidadas.
Esto obliga a muchas familias a mudarse a zonas alejadas del centro de Pachuca. Fraccionamientos en municipios como Zempoala (especialmente en Xochihuacán), Zapotlán o San Agustín Tlaxiaca ofrecen casas más asequibles, pero lejos de servicios básicos como transporte público eficiente, centros de trabajo, educación, salud o incluso internet confiable. Es una solución habitacional que castiga con horas de traslado y una pérdida importante en calidad de vida.
Mientras tanto, quienes no pueden adquirir vivienda en la Ciudad de México están volteando hacia Hidalgo. Para estas personas, pagar más de un millón de pesos por una casa no representa una barrera, ya que cuentan con empleos mejor remunerados en la capital del país. Estas casas son más bien dormitorios: quienes las habitan viajan a diario a la CDMX, a veces invirtiendo entre cuatro y seis horas diarias en traslados.
El resultado es una ciudad dormitorio, donde vivir no es sinónimo de habitar ni de construir comunidad. Los empleos mal pagados expulsan a la población local de las zonas mejor conectadas y obligan a una planificación urbana desordenada y excluyente.
Este modelo no es sostenible. Si el estado de Hidalgo quiere ser competitivo y garantizar bienestar, debe comenzar por establecer reglas claras para el desarrollo urbano, promover salarios justos y facilitar el acceso real a la vivienda. La vida no debería ser un trayecto interminable lejos de casa.

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