Ponte los audífonos, activa tu playlist y déjate llevar por la historia de 240 canciones de distintas décadas, rolas que marcaron una época, a un personaje o a un país.
Luis Carrillo entona en Radiolaria Volumen 1 (Editorial Gato Blanco) anécdotas, relatos, leyendas y poesía de la música que llegó para quedarse.
El periodista se ha dado a la tarea, durante más de una década, de recopilar lo que hay detrás de la pieza que bailaste alguna ocasión o de aquella que le cantaste a un amor sin saber siquiera que la letra podía hablar de un crimen, de un suicidio o dedicada a una mascota.
“Me encanta la escritura y la música de toda la vida. El proyecto Radiolaria nace hace 11 años con un blog y como tal fue empezar a vaciar anécdotas, historias de canciones y luego condensar, digamos más de mil 500 historias o canciones”.
“Nace de la inquietud de cuando yo era preadolescente, de estar buscando en las libretillas de los discos las letras primero y luego en el Internet un poquito después. Quería saber qué significaba la canción y después me intereso en el significado, en qué quiere decir el autor”, recuerda el periodista.
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Pero de pronto le pone regresar a la casetera mental, bueno, solo los chavorrucos sabrán de estas cuestiones musicales de los 80 y 90, y llega a la primera ocasión donde se le ocurrió investigar un tema.
“El primer recuerdo que tengo es una canción Def Leppard, si no mal recuerdo. En la cual se escucha un discurso de Ronald Reagan. Al final de la canción dejan como el último minuto con un discurso de una amenaza creo que nuclear. Y esa fue la primera cosa que me pregunté ¿Por qué hay un discurso de Ronald Reagan en una canción de una banda británica? Después supe que era una amenaza a Libia”.
Esa cosquillita lo llevó a escarbar en los sentimientos y vivencias de sus artistas favoritos y no tan favoritos, pues había un universo de significados en cada rola, tantos que se quedaba con la boca abierta al descubrirlos.
Entonces, cuando en su agenda para el diario en el que laboraba le pedían entrevistar a un grupo, realizaba su trabajo y además se reservaba la última pregunta para continuar con su búsqueda, así pasaron por su libreta o grabadora, The Killers, Interpol, Depeche Mode, Pink Floyd, el ex baterista de Guns N’ Roses, entre otros muchos.
“Hice como 200 entrevistas, por ejemplo, el doctor que recibió a John Lennon baleado en Nueva York. Son personas que te dan algunas pistas. También, la nana o cuidadora de Elvis Presley en sus dos últimos años de vida, por lo que es un libro que da para más, que te lleva a disfrutar esos secretos”.
“Como dije antes había que hacer una selección y no iba a poner 2 mil historias, pero sí digamos que el 10% está presente y aunque puede parecer que 240 historias es mucho, pues la verdad es que es nada, me quedé con la mar de canciones fuera, pero dice volumen uno quiere decir que sí, que esto tiene como para otros 8 libros”, relata mientras va subiendo el volumen y recuerdas los videos de MTV, sí, cuando en ese canal era exclusivo de videos.
Te vas adentrando a los pentagramas, a cada sonido. Radiolaria es un libro que se escucha, se baila y se canta, es imposible no abrir el celular o el aparato que se tenga cerca para buscar en aplicaciones de música o videos la canción de la cual se lee.
Así, sin un orden cronológico o de importancia, Luis Carrillo te manda las frecuencias y las sintonizas para pasar horas leyendo-escuchando.
La diversidad de géneros también es basta, desde un rock, blues, jazz o pop, todo cabe y claro, destacan muchas mundialmente conocidas y otras que se han perdido en el transcurso del tiempo, pero al escucharlas de nuevo se le toma otro gusto, incluso melancólico.
Y Carrillo se suelta, se convierte en locutor o un DJ, va programando sus anécdotas.
“La canción más vieja es de 1939 y la más nueva del 2020 ya pandémico. Pero el año de 1939 es de Billie Holiday. Strange Fruit, toca cuestiones sociales y políticas. Se basa o se inspira en la fotografía de dos hombres de raza negra colgados en un árbol por el tema de racismo en Indiana, surge la canción a raíz de un poema, además el papá de ella muere ya que no le permiten entrar a un hospital cuando él estaba muy grave y por ser negro le niegan la atención”.
“Billie cada vez que la cantaba pedía que fuera la única canción en la cual los meseros dejarán de atender y solo le iluminaran los ojos”.
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Y el autor confiesa que de las que se le han quedado muy grabadas son por ejemplo una de Frank Sinatra, quien él mismo aseguraba que no le gustaba cantar, Strangers in the night, de las que más le pedían en sus conciertos y la menos querida por él.
“Strangers in the night, Sinatra dijo que siempre estuvo aburrido con la canción, pero la curiosidad más grande que recuerdo de Strangers in the night no es por su letra sino de lo que implicó con el dictador Saddam Hussein. Una de las concubinas hace un libro y relata que Sadam estaba loco por esta canción, la escuchaba diario”.
“Sin embargo viene lo bueno, Hussein bailaba románticamente con la concubina o con otra de las que tenía con ese tema mientras sus soldados o su gente torturaba y mataba a sus enemigos, ahí mismo en el palacio”.
Podrían pasar horas y la música no deja de sonar, sin embargo, se deben dejar descansar los oídos para escuchar otras canciones llegado el debido momento y la página.
Eso sí, escucha a un Rey Lagarto, al Cuarteto de Liverpool o a sus Satánicas Majestades, súbele a Depeche Mode o Skid Row y baila con Donna Summer o la eterna Cher mientras hojeas las páginas de Radiolaria, que se presentará en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara este año.
Por Alejandro Baillet
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