YOLANDA

Son nuestros derechos, no concesiones

La gran tarea del estado y de la que estoy segura falla con toda la alevosía y ventaja, es la difusión sobre nuestros derechos fundamentales.  

Es cierto que hace un par de cosas para que sepamos lo mínimo indispensable, pero también nos enreda lo suficiente para que, cuando estemos en una situación de vulnerabilidad no sepamos qué hacer. Aquí es donde entramos les activistas, a subsanar esta obligación de nuestras autoridades, que se curan en salud, añadiendo a los libros escolares algunos apartados sobre derechos humanos, uno que otro comercial o póster en algunos lugares “estratégicos” sobre qué hacer ante una injusticia y tán, tán.  

En Hidalgo, hemos dado grandes pasos para armonizar las leyes en materia de derechos humanos. Casi me atrevería a decir que ya son mínimas las reformas a las leyes que necesitamos para recordarles (obligar)a las autoridades a hacer su chamba y que respeten nuestras existencias, pero no.  Las reformas a las leyes solo son una parte mínima en la ruta para lograr el objetivo.  

Hace 10 años que se promovió la reforma constitucional en materia de derechos humanos, que en un resumen muy escueto, lo que significó es que pasamos a ser reconodides como personas, con derechos que, en teoría porque la práctica es muy distinta, nadie puede quitarnos. Sin embargo, como sociedad, no hemos entendido que el que todes seamos humanes, en el contexto social, político y jurídico, es necesario para cambiar los sistemas de opresión.  

A lo mejor para alguien le puede parecer absurdo pensar en qué humano pero hasta en eso tendríamos que preguntarnos ¿quién piensas que es una persona? A las mujeres, a las personas racializadas, indígenas, con discapacidad o diversidad funcional, disidentes de sexogenericas, las que delinquen, las que están en situación de calle u otras siempre se nos han sido negadas esas categorías y por tanto, no gozamos de varios derechos.  

Su reconocimiento legal busca generar bases para redistribuir el poder, ese mismo que nos ha tenido invisibilidades y en silencio. Por ello, es que al propio estado no le conviene en absoluto que las personas tengan la suficiente agencia, autonomía y libertad para exigir su cumplimiento.  

No es suficiente una reforma legislativa para cambiar un contexto, necesitamos exigir su difusión.  

Necesitamos que las familias sepan que en Hidalgo pueden elegir el orden de los apellidos de sus hijes. Que se puede utilizar tanto el primer o segundo apellido de cada progenitor, que no hay una restricción, para no continuar con la costumbre de invisibilizar a las mujeres.  

Necesitamos que las parejas del mismo sexo pueden vivir en concubinato y si lo desean casarse, teniendo los mismos derechos que las heterosexuales.  

Necesitamos que las personas trans sepan que pueden acudir al Registro del Estado Familiar para tramitar su reconocimiento de identidad en ventanilla y gratuitamente.  

Necesitamos que las mujeres y personas con capacidad sepan que abortar hasta la semana 12.6 es un derecho y no un delito. Que después de esa semana, si fueron victimas de violación, alteraciones géneticas, su salud o su vida esta en riesgo o fueron inseminadas artificialmente sin su consentimiento, pueden acceder al aborto.  

Necesitamos que las personas en reclusión y sus familias sepan que hay una Ley de Amnistía que podría beneficiarles.  

Necesitamos que las personas en situación de calle, con discapacidad, que la niñez y las adolescencias sepan que tienen derechos.  

Si hay que reconocer la voluntad de los poderes legislativo, ejecutivo y judicial, para que esto sucediera; pero no hay que olvidar que ellos no nos concedieron nada, no fue una pleitesía, ni son un permiso.  

Antes que una reforma, antes que un gobierno, ya eramos personas y por tanto, eran, son y serán nuestros derechos.  


Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *