A través de la pandemia, de los momentos de dolor, de enojo y frustración que nos han dejado las muertes, la crisis y el desplome de la economía, tenemos que reconocer que la solidaridad se ha convertido en la base de nuestra convivencia diaria y en una posibilidad importante para recuperarnos como sociedad y nación.
Pero, además, este valor se ha convertido en un punto de referencia para situaciones como el honor, la amistad, el compañerismo y la lealtad; ya que ser solidarios nos permite generar empatía hacia las personas a quienes les brindamos apoyo.
Vivimos en una sociedad que poco a poco ha quedado indiferente y aunque sea difícil aceptarlo nuestras conductas también son parte del problema, porque sin un cambio de paradigma en la manera en la que educamos a nuestros hijos, hijas y adolescentes será imposible establecer acciones contundentes que nos ayuden a minimizar la situación de violencia en la que nos encontramos.
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En un mundo con más velocidad y globalización es muy necesario sentirnos acompañados, saber que podemos contar con los demás en momentos críticos, entender que a veces el sufrimiento por el que pasa el prójimo está lejos de nuestro entendimiento, pero sí cerca de nuestra comprensión.
Los cambios sociales pueden ser atribuidos a diversos y múltiples componentes, sin embargo, hoy expresiones confusas apuntan en direcciones contradictorias, y es que en una era donde las redes sociales predominan, desafortunadamente, se busca con mayor intensidad lo mediático, creyendo que si la solidaridad mostrada no se viraliza no sirve de nada hacerla, es por ello que de manera triste los principios morales y éticos tienen poca cabida en la pantalla de un celular.
Pero hoy, es necesario comenzar desde pequeños, con mínimas cosas como el respeto por la naturaleza, el apoyo a amigos y familiares y el respaldo a aquellos que aunque no conozcamos requieren ayuda y empatía.
Es muy constante que la solidaridad surja en tiempos críticos, y sobre todo en naciones o comunidades que atraviesan por situaciones complicadas como: desastres naturales, guerras o hambrunas. Es por ello que unirnos en una causa común, brindando toda clase de apoyo, nos permite confiar nuevamente en el amor al prójimo.
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Y aunque hay que admitir que la solidaridad no es obligatoria, sí debería convertirse en un compromiso para políticos, líderes y dirigentes, que con el diseño de políticas y líneas claras de acción pueden transformarse en un parteaguas para cambiar el escenario mundial.
Son múltiples los escenarios que deberían ser analizados y demasiadas las preguntas que podrían aparecer con respecto a la forma en la que se tienen que recuperar los valores y principios, es por ello que tenemos que comenzar por reestructurar nuestros sistemas de creencias, anular los prejuicios y enfocar nuestros esfuerzos en los programas educativos y culturales, los cuales deben ir encaminados a combatir los altos índices de violencia.
*Analista en temas de Seguridad, Justicia, Política y Educación.
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