Hace unos días apareció en los medios de comunicación una circular dirigida a funcionarios del gobierno de Hidalgo en donde el secretario de Gobierno les pedía evitar asistir al palenque de la feria y me pareció una buena oportunidad para hablar de libertades.
La libertad es, después del derecho a la vida, el derecho más importante del que debe de gozar una persona y este derecho debe de estar garantizado por el Estado independientemente del gobierno que se encuentre en el poder.
Las sociedades más libres viven mejor, el Índice de Libertad Humana 2021 que hace el Instituto Fraser nos dice que los países en donde se vive con más libertad son Suiza, Nueva Zelanda, Dinamarca, Estonia, Irlanda, Canadá y Finlandia, todos ellos países desarrollados; mientras que los países menos libres son Siria, Venezuela, Yemen, Sudán, Egipto, Irán y Somalia (México está en el lugar 93 de 165 países). Vemos que hay una correlación positiva entre libertad y desarrollo, a más libertad, más desarrollo.
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Entonces, ¿qué queremos? ¿Una sociedad más libre o una sociedad menos libre?
Si queremos una sociedad más libre necesitamos hablar del exhorto que le hace el secretario de Gobierno a los funcionarios para no asistir al palenque porque en el fondo les está prohibiendo ir. Si bien no usa la palabra “prohibir”, sabemos que el mensaje es ese y eso coarta sus libertades.
¿Qué tiene de malo que un funcionario vaya a un palenque? Si el funcionario quiere ir a divertirse, no usa recursos públicos para eso y cumple de manera eficiente y responsable con su trabajo, debería de tener toda la libertad de ir. Ahora en Finlandia hay un debate interesante al respecto, la primera ministra Sanna Marin es una mujer joven, de apenas 36 años, gusta de ir a festivales de rock, de tomar cerveza en bares y asistir a clubes, su trabajo es bien calificado, sacó a Finlandia de la pandemia con una de las tasas de letalidad más bajas de Europa y no solo su economía se ha recuperado, sino que además el PIB por persona hoy es 3% mayor al que tenían al iniciar el 2020. La gran mayoría de los jóvenes finlandeses la apoyan, ella es una mujer que vive su vida como cualquier mujer joven y al mismo tiempo es una mujer exitosa dentro de la política, entre las personas mayores hay más resistencia a apoyar ciertos comportamientos, pero al final están los resultados. Antes que funcionarios, los hombres y mujeres que trabajan en el sector público son personas.
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Por supuesto que es bueno que las organizaciones tengan valores y reglas, de hecho funcionan mejor así, pero estas no deberían buscar politizar cada aspecto de la vida privada de las personas. La libertad no viene sola, siempre viene acompañada de responsabilidad, yo soy libre de hacer lo que quiera siempre y cuando no dañe a otros y me haga responsable de mis acciones. Si ejerzo mi libertad de manera responsable, no debería de haber ningún problema, si la ejerzo de forma irresponsable, entonces sí debería sufrir las consecuencias, pero cuando de antemano se me prohíbe hacer algo para evitar un comportamiento que no sabemos si va a suceder o no, nos encontramos con la peor de las posibilidades.
Si vamos a hablar de transformación, las transformaciones más exitosas han sido las que convierten sociedades poco o medianamente libres en sociedades más libres y no al revés. Yo prefiero una sociedad de personas que piensen por sí mismas antes de una en la que les digan cómo pensar, yo prefiero que me rodeen personas que piensan de forma distinta antes que me rodeen personas de pensamiento único, yo prefiero una sociedad en la que pueda desarrollarme libremente. Porque al final no es un tema de si está bien asistir a un palenque o no, al final es un tema de libertades. Que importe más garantizar un derecho humano fundamental que la imagen.