“Somos parte, no dueños, de la red interconectada de la vida. La desintegración de la biodiversidad, el vertiginoso incremento de los desastres climáticos, el impacto desigual de la pandemia en curso sobre los más pobres y frágiles son señales de alarma ante la codicia desenfrenada del consumo”.
Papa Francisco
Con el paso de los años las campañas políticas y los líderes han tenido que abordar temas de interés para la población y una de ellas ha sido sin dudarlo el cambio climático; tópico que se ha transformado rápidamente en un desafío para todo el mundo.
Pero, ¿cómo enfrentarlo?, ¿por qué a pesar de los esfuerzos pareciera no existir un avance significativo?, ¿cuáles son las verdaderas acciones a emprenderse? Las respuestas son por demás complicadas, todas probablemente se conviertan en disyuntivas difíciles de resolver, pero está claro que una de las soluciones se encuentra en la disminución y/o erradicación de la corrupción.
Tal ha sido la preocupación que Transparencia Internacional una organización no gubernamental, que promueve medidas contra crímenes corporativos y corrupción política en el ámbito internacional, emitió el Informe Global de la Corrupción, Cambio Climático en el cual se abordaron cuatro áreas clave que deben analizarse a profundidad: Gobernabilidad, mitigación, adaptación al cambio climático y Gobernabilidad forestal.
Y es que no podemos negar que la Gobernabilidad es uno de los factores cruciales para mitigar este grave problema, ya que la implementación de políticas con integridad y transparencia, permitirá que el esfuerzo común comience a rendir frutos, pero, al contrario, pareciera naturaleza humana que donde existe la posibilidad de adquirir dinero casi de forma inmediata se hace presente la corrupción.
Hay que reconocer que vender contratos, eliminar cláusulas importantes, sobornar, admitir comisiones ilícitas o fomentar el tráfico de influencias para acelerar o aceptar obras públicas o privadas, sobre todo en el sector petrolero, frustra las iniciativas de justicia social y económica que trabajan en pro del cuidado ambiental.
Un ejemplo de lo anterior es el continente africano, uno de los más ricos en cuanto a recursos naturales y minerales, aunque a causa de la conocida “maldición de los recursos” o “Paradoja de la abundancia” (la cual valdría abordar ampliamente en una siguiente edición) es uno de los más pobres para ofrecerle recursos a su población, ya que éstos se desvían y llegan a otros destinatarios.
En cuanto al cambio climático, la corrupción quizá no se manifiesta de forma tan clara, pero, desde luego la codicia es una de las formas más claras en las que se socava nuestra relación con la naturaleza, por lo que actualmente es necesario redefinir nuestros objetivos sociales y la visión económica a corto, mediano y largo plazo.
¿Por qué la corrupción se ha transformado en una amenaza poderosa para detener el cambio climático? Porque destruye la vida de la sociedad, devasta diversos de sus medios de subsistencia y frustra las iniciativas, lo que a su vez convierte el cambio climático en uno de los desafíos más importantes en términos de gobernabilidad.
Hoy es necesario que la sociedad civil se organice y se haga presente para manifestarse en contra de la corrupción para poner por delante el bienestar del planeta, porque hemos de reconocerlo, pese a iniciativas e intentos, nos encontramos ante cambios de una velocidad nunca antes vista y a una extinción y pérdida de la biodiversidad que nos pondrán en un escenario sin precedentes. Tenemos que actuar responsablemente.
*Analista en temas de Seguridad, Justicia, Política y Educación.
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