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Se ahoga y tiene sed

Garlito

El agua siempre es un problema para la ciudad capital Pachuca. Desde tiempos más recónditos, la escasez en los hogares es eterna, pese a que alguna vez un río de agua pura la partía en dos; por su colocación geográfica va siempre de norte a sur, desde la cañada de Buenaventura hasta el valle de Tlahuelilpan, (en el siglo XVII era conocida como Pachuca Tlahuelilpan), de la montaña al norte, el agua descendía por aquel río límpido para llegar al valle Tlahuelilpan, el sur; la memoria  del agua es imborrable y varias ocasiones inundó el poblado.

Hacienda Buenaventura/ Foto: Especial

Acueducto

En las ruinas del antiguo Pachuca, observamos que el agua, desde tiempos de Bartolomé de Medina, era fundamental, por el camino Real que va a Camelia y El Bordo, hubo una vez una represa El Tulipán, un acueducto derruido, hoy es tímido testimonio de la relación agua Pachuca; importantísima para el beneficio de patio se dejaba escurrir por el llamado Río de las Avenidas; viejísimos pachuqueños aseguraban que hubo gambusinos en el cause pues aún llevaba metal precioso, los encharcamientos y anegaciones se presentaban en la ciudad, que alguna vez tuvo una serie de puentes, desde La Españita hasta hoy Valle de San Javier; pueblo minero, calles sin pavimentar estrechas, torcidas, crecimiento urbano caótico, sin drenaje el desecho humano contaminó el río de plata y desde entonces estamos a merced de malos gobiernos, tormentas atípicas y una recurrente visión negativa de modernidad, funcionalidad y conservación.

Don Nicolás Soto Oliver, otro apasionado de sus pueblos, en su libro Pachuca una ciudad con sed, hace un ilustrativo estudio sobre el vital líquido, las obras hidráulicas que vienen desde las presas El Cedral y La Estanzuela; esfuerzo humano por llevar agua, encauzarla, detenerla y distribuirla, con el propósito de dotar a la población de la capital y pueblitos mineros de la montaña, nunca la demanda ha estado satisfecha y la escases de agua era prolongada; paradoja, en tanto las minas se inundaban, españoles e ingleses trataban de desaguarlas, la población bebía pulque y el agua solo era para los potentados como digamos los Rule; Soto Oliver nos aclara las dificultades y altos costos por llevar agua a una ciudad siempre con sed pero que de igual manera, se inunda por obras urbanas que entorpecen el paso ancestral.

Presa El Cedral/ Foto: Especial

Seco

Don Teodomiro Manzano, en sus documentos registra la primera inundación de Pachuca el 5 de septiembre de 1785, una tromba cayó por más de dos horas, desbordando el río e inundando el centro, donde el nivel alcanzó una altura de tres metros, se calculan 300 muertos por el fenómeno; en 1880 junio, sucede la misma historia, por la tarde un fuerte aguacero desborda el mismo río y los perjuicios son mayores, el centro el más afectado, los barrios altos mineros dañados por deslaves de los cerros; Miguel A. Hidalgo en su libro Pachuca su Historia y sus tradiciones, nos narra la inundación del 5 de mayo de 1905, no tan graves como las anteriores pero con daños en inmuebles comerciales y varios ahogados.

Una más el 9 de enero de 1921, una fuerte lluvia hizo se rompiera la presa Xotol, llevándose mujeres que lavaban ropa en el río o estaban en la cuchilla, a un lado del hoy mercado Hidalgo; el 24 de junio de 1949 otra, esta quizá la más grave y casi repetición de la anterior, donde la cuchilla, rincón olvidado, recibió la descarga se inundó el centro, comentan llegaba hasta la Glorieta de los Insurgentes; en los tiempos actuales la inundación se fue hacia el sur.

Inundación de 1949/ Foto: Especial

Las obras urbanas han tronchado el paso del agua, que brinca, salta se enoja por ver interrumpido su paso, calles, vialidades, basura, falta de un sistema de drenaje y alcantarillado eficiente, alguna vez un político juró cambiar el drenaje en la ciudad; la nueva escenografía solo para automóviles, demuestra la falta de visión y planeación, las lagunas y cascadas que hoy se forman, denotan que no se pensó en las aguas y su camino perenne al sur, vereda natural, memoria imborrable; todas las inundaciones de Pachuca tienen dos características, suceden después de las 5 de la tarde y nunca hay datos fidedignos de las tragedias.


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