Garlito
Hace algunos años, la ciudad de Pachuca, era más silenciosa y quieta por las noches, la actividad comercial descendía a partir de las nueve, no como ahora, secuestrado el Centro Histórico, se cierran los comercios entre siete y ocho de la noche, dejando una cauda oscura en todas las calles y un ambiente de desolación y temor; zona de nadie, las furtivas patrullas parecen huir del abandono en que se encuentra y velozmente intentan no toparse de frente con maleantes, pues no saben qué hacer y siempre es preferible la ausencia que aceptar la inoperatividad de la estatal y municipal; hace años los martes después de las nueve de la noche, se reactivaba el movimiento, se anunciaba en la estelar al Santo, contra quien fuera y lleno el inmueble el grito guerrero del respetable… ¡Santo!… ¡Santo!… ¡Santo!
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Patada
Ya dada la campanada del primer asalto, un silencio expectante se apoderaba de la arena, la respiración agitada de los gladiadores, el forcejeo de brazos y manos, la llave y la contra llave, hasta que algunos de ellos, volaba por los aires y cayendo estrepitosamente sobre la lona, un murmullo creciente avanzaba para convertirse en un grito generalizado; rodaba por la superficie dura y áspera de la lona, el cuerpo del enmascarado que recibía duro castigo, intentaba librarse de los manazos, trompadas y los afamados guajardazos, creados por el insigne luchador Copetes Guajardo, intercambio de golpes y de pronto una serie de tijeras al cuello del contrincante, que el enmascarado de plata propinaba luciendo su atlético cuerpo y agilidad de superhéroe mexicano; afuera de la Arena Afición, en las calles aledañas, Iglesias, Moctezuma, Gómez Pérez, los gritos suponían quien iba ganando y aquellos que tacos comían sobre la calle Cuauhtémoc, los apuraban para ver el final, dos de tres caídas sin límite de tiempo.
El deporte del pancracio data desde el origen mismo de Grecia, cuando Teseo hijo de Poseidón, se enfrenta al Minotauro, en honor a esa lucha, surge una pelea donde se utilizaban casi todas las partes del cuerpo, Aristóteles asegura que en honor a este combate, se practicaba como una ceremonia para honrar a los dioses y en el año 648 antes de Cristo, se instituye en los juegos olímpicos, permitiendo todo, hasta nuestros días permanece el candado a la cabeza, el estrangulamiento con el brazo tomando al contrincante por detrás, se aceptaba la rotura de huesos, dislocación y aplastamiento, incluso de genitales, origen del box y la lucha grecorromana y finalmente abuelo de la lucha libre; ya como lucha libre, es en México donde este deporte espectáculo, cobra importancia dentro de la cultura popular, uno de los apartados que distingue a nuestra nación en todo el mundo y tal cual como hoy conocemos la lucha libre, es sin duda nuestro país y cultura quien le colocó un sello indeleble; es mexicana la lucha libre y en Pachuca hubo gloriosas contiendas y derrotas sorprendentes.
Voladora
La Arena Afición es algo más que un edificio antiguo de la ciudad, es el primer inmueble destinado a la diversión del pueblo, recinto sagrado de quienes practican este rudo, acrobático y peligroso oficio deporte, ahí miles de niños y niñas, adultos y ancianos, desquitaron toda su frustración laboral, doméstica, íntima, en una catarsis colectiva donde todos nos sentíamos rudos o técnicos, pero seguro liberados de la tención existencial, al concluir la contienda; cuadrilátero que en sus 70 años, ha visto grandes luchadores, estrellas más allá del encordado, del mismo cine para ser protectores de los débiles, azote de los malos, defensor del pueblo, claro todo esto durante el fugaz tiempo que dura la función, esta arena es parte de la Historia de la ciudad y aficionados o no, es un lugar que bien podría convertirse en un centro cultural, ante el acaparamiento de empresarios foráneos que no permiten el crecimiento del espectáculo.
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Durante años, los domingos estaban destinados a los nuevos valores de la lucha, dando especial interés a los locales, deportistas que pueden ser figuras de este apasionado deporte, impulsor de actividad física para mujeres y hombres, no solo en box y lucha libre, sino ahora en todas sus variantes, la Arena Afición podría convocar a la práctica del deporte y transformar su interacción social con los pachuqueños, una de las aficiones de lucha libre más respetadas en el país, de ahí su gran esplendor en los años 60´s y 70´s del siglo anterior; algo deteriorado este local deportivo podría reactivarse en beneficio de aficionados, practicantes y como un testimonio de la importancia de la cultura popular en México, hoy un gran boxeador es responsable del deporte que podría otorgar un valor agregado al box y a la lucha libre de Hidalgo.
Entre aquellos gladiadores que se lanzaron desde la tercera cuerda y bañado en sangre tuvo muchos triunfos y varias derrotas, el inolvidable Perro Aguayo, pero aquel grito permanece en lo recóndito de la memoria, ¡Santo!… ¡Santo!… ¡Santo!