El pasado 4 de septiembre, a la edad de 80 años, falleció Sandra Luz Guadalupe Becerra Novoa, una escritora nacida en Nayarit que se consideraba tulancinguense por adopción.
En uno de sus libros, se compartía una de sus convicciones: “que nacer y morir en un lugar es una casualidad, más bien uno escoge el lugar donde vivir”. Sandra Becerra llegó en 1970 a Tulancingo, del que afirmaba en pláticas nunca quería irse.
Al llegar, la joven, que había estudiado contaduría en la Universidad Autónoma de Guadalajara, buscó libros para conocer la historia del lugar que la acogía, pero encontró muy poco material. Sin embargo, descubrió una rica tradición oral.
Fue entonces que, con su pasión por las letras –que empezó a cultivar desde muy joven, escribiendo versos, artículos periodísticos y para revistas– se dedicó a investigar el patrimonio intangible del Valle de Tulancingo.
Se convirtió en la guardiana de las leyendas locales, plasmándolas en varios libros. Su obra Atrás de los tules es un referente en la región, donde se pueden encontrar relatos como “La Cueva del Chivo”, “El Susto”, “La Calle del Charro”, “La Loba del Cerro del Tezontle”, “La Sirena de Zupitlán”, “La Hacienda de Exquititlán” y “La Historia del Guajolote”, entre muchas otras.

Sandra Becerra, la primera presidenta y fundadora de la Asociación de Escritores de Tulancingo y la región, dejó un importante legado literario.
Entre sus obras se encuentran Trece miedos contados, El conejo enamorado de la luna, y Obsidiana, una flecha en el tiempo, libro con el que buscaba que los habitantes de la ciudad conocieran sus orígenes. Su trabajo la convirtió en una de las escritoras más solicitadas en librerías y bibliotecas de la región.
La mujer que heredó a Tulancingo letras y danzón
Sandra Becerra era una figura pulcra y distinguida, además de una excelente conversadora. Gran admiradora del cine de arte, su creatividad no se limitaba. En 2018, presentó su libro Una historia de amor con dos finales, una obra peculiar que permitía a cada lector elegir el desenlace de la trama.
Además de su legado literario, fue una incansable defensora del patrimonio cultural de la ciudad, formando parte del Patronato para el Rescate del Centro Histórico de Tulancingo.
Su influencia se extendió más allá de las letras. La maestra Becerra fue la creadora de los “jueves de danzón” en la velaria de Tulancingo, una tradición que se convirtió en parte de la cultura popular, donde adultos y familias continúan reuniéndose.

Bordando Libertad: la memoria de las mujeres que lucharon en 1810
Curiosamente, Sandra Becerra, quien dedicó gran parte de su vida a rescatar historias, falleció en septiembre, el mes de la patria. En el marco del Bicentenario de la Independencia de México (2010), publicó el libro Bordando Libertad Heroínas de la Independencia, donde rescató la memoria de las mujeres que lucharon en 1810.
En una entrevista realizada el 24 de agosto de 2014 en el restaurante Meridian en Tulancingo, la escritora señalaba que “el protagonismo de la mujer en la guerra de independencia es decisivo, pero no se ha tenido lo suficientemente en cuenta a la hora de coser las historias”. Lamentaba que, incluso en la celebración del Bicentenario, las figuras de doña Josefa Ortiz de Domínguez y Leona Vicario aparecieran solo en las monedas de menor denominación.
Fue parte del Patronato para el Rescate del Centro Histórico de Tulancingo
La autora destacaba la poca visibilidad de estas heroínas: “Cuando platico de mi libro en las universidades, si alguien me dice cinco nombres de mujeres que participaron en la Guerra de Independencia, yo les regalo el libro. Les he preguntado a cientos de alumnos, y con los dedos de una mano se cuentan quienes me han logrado nombrar las cinco mujeres”.
Becerra recordaba en las páginas de su libro que una mujer inició la conflagración, doña Josefa Ortiz de Domínguez, y otra mujer la terminó, doña María Ignacia, conocida como La Güera Rodríguez. Y para ella, el caso de esta última era uno de los más fascinantes, ya que la consideraba la primera mujer que, sin haber sido electa, ejerció el poder político en México a través de Iturbide, en la consumación de la Independencia.
En 202 páginas, el libro de Sandra Becerra narra las historias de más de 50 mujeres, mencionando a casi 200 insurgentes, entre ellas destacadas hidalguenses como Altagracia Mercado, Pantaleona Villagrán, María Luisa Vega Mártir de Tula.
El legado de Sandra Becerra Novoa, tanto en Tulancingo como a nivel nacional, es una muestra del compromiso que tuvo por dar voz a las historias que no deben ser olvidadas. Su partida representa una gran pérdida, pero su obra y su espíritu vivirán por siempre en cada una de las leyendas que rescató.

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