El domingo un poquito antes de las once en varias zonas del país se escuchó un grito de alegría. Wendy Guevara, una mujer trans, morena, trabajadora sexual, sobreviviente de violencia sexual, con educación trunca y de un barrio de León, Guanajuato, ganaba un reality show.
A Wendy, Paola, Kimberly las conocí por tiktok, cuando las personas editaban sus videos que ellas subían en youtube y nos regalaban muchas risas durante el encierro por la pandemia. Para mí eran recordatorios de que la vida se mueve de forma distinta fuera de la burbuja del activismo, del feminismo, del derecho, de la academia, de casi todos los espacios en los que estoy.
Mientras por acá tenemos los análisis más sesudos sobre los sistemas de opresión y dominación; ellas y otras personas seguían resistiendo e incluso sobreviviendo desde la alegría. Nos contaban de su día a día, de las veces que no tenían dinero o trabajo, de las violencias a las que habían sobrevivido y que ahora se reían por ello, de la discriminación, de las formas en que ellas se definían y posicionaban como mujeres trans. Al igual que muches de nosotres, ellas crecieron normalizando discriminación, violencia, sin conocimiento de terminologías y otras cosas…solo asimilando con lo que se tiene a la mano lo que une es.
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Su victoria con 18 millones de votos, refleja el cariño que la gente que no está en nuestra burbuja sintió por ella. Quienes vimos los clips del reality show la escuchamos decir que ella no ganaría porqué cuando había ganado una mujer trans algo y no voy a mentir, también pensé que no ganaría. A lo largo de su estancia se enfrentó con sus herramientas de vida a la discriminación y violencia de les habitantes de esa casa, que a mí me enfurecían pero que ella sabía como sortearlos. Me reía cuando elles intentaban corregirla o hablarle en inglés y ella les daba un sentón de realidad (y también a nosotres).
Cuando las estructuras de poder permiten la entrada de personas oprimidas es porque deciden utilizarlas para seguir perpetuándose. Claramente los otros jugadores, la empresa de televisión, las marcas que se promocionaban y ahora hasta los partidos políticos con agendas conservadoras y no tan conservadoras, han decidido utilizarla y seguro intentaran que se apropie de sus agendas para que las posicionen. No voy a negar que me indigna, me enfurece, pero no hay que olvidar que frente a este escenario Wendy tiene agencia y ella decidirá lo que sea más conveniente para su vida.
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Quizás mi mayor coraje es el de las feministas antiderechos, transfóbicas que han decidido celebrar su victoria como “hombre”, aprovechándose de su experiencia de vida para seguir fomentando la violencia contra las personas trans, pero aquí estaremos muchas personas para seguir señalándoles.
A mí lo que me da esperanza es pensar en las niñeces, adolescencias y otras personas trans fuera de nuestra burbuja que leyeron, escucharon o vieron una historia distinta sobre otra persona trans que logró el sueño que pensó imposible y lo logró. No sé si el mundo se hizo un poquito mejor con esto, pero si sentí una profunda alegría por ella.
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