Los momentos de crisis también deben servir para rectificar el paso, y después de vivir varios días de caos tras el paso del huracán Erick, vale reflexionar cuál es el rumbo que debe tomar la capital del estado para que sea viable en el futuro.
Para empezar, las lluvias de estos días nos han mostrado qué tan vulnerable es Pachuca ante los fenómenos naturales. Hidalgo ni siquiera fue de las entidades más afectadas por Erick, y los efectos estuvieron a un paso de ser catastróficos. El Río de las Avenidas, que cruza la capital de norte a sur, llegó al 85% de su capacidad. ¿Qué hubiera pasado si se desborda?
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Recordemos que el cauce del Río de las Avenidas es como la columna vertebral de Pachuca: alrededor suyo florecen algunas de las zonas vitales de la metrópoli hidalguense, por lo que un desbordamiento tendría repercusiones económicas y sociales que no deberían soslayarse. En el pasado se ha hablado de la necesidad de un drenaje profundo para la capital, pero el costo de una obra de tal envergadura hace que se convierta en un sueño guajiro.
Las tormentas y el caos vial que produjeron también ponen sobre la mesa la necesidad de repensar la traza urbana y la organización del transporte. ¿Por qué cada que llueve colapsan las principales avenidas y bulevares de Pachuca? Es simple: no hay opciones. Durante décadas se levantaron miles de casas al sur con sólo una opción para llegar: el bulevar Felipe Ángeles. Es lógico que tres carriles sean rebasados por los miles de autos que buscan cruzar la ciudad.
Como antaño sucedió en la Ciudad de México, donde se construyeron los ejes viales, hoy Pachuca se enfrenta a esa encrucijada. O se trazan nuevas vialidades, o en unos 5 o 10 años viviremos en una ciudad entrampada, inviable.
Pero al mismo tiempo se debe sacar al transporte de la decadencia en que hoy se encuentra. Si se quiere reducir el uso del transporte privado, el gobierno debería ofrecer una opción pública eficiente, cómoda, sustentable, para que cada vez más opten por dejar su coche estacionado. Pero hoy sucede todo lo contrario.
El Tuzobús tuvo muchos errores en su concepción, pero es el único transporte más o menos seguro de todo el estado. No es casualidad: es un modelo que ha probado su eficacia en otras metrópolis, para no ir más lejos, la Ciudad de México.
Pero en Hidalgo parece que la apuesta es a que fracase; en lugar de invertirle, se ha dejado caer el Tuzobús. Un gobierno que navega con bandera de izquierda debería enfocar sus baterías en el transporte público, porque justo de esa manera se da calidad de vida a quien no tiene recursos para comprar un automóvil.
Ahora que se actualizará el Plan Estatal de Desarrollo y que estamos a punto de llegar a la mitad del sexenio de Julio Menchaca, ojalá que quienes tomen decisiones tengan en cuenta lo que ha pasado estos días. De lo contrario, tendremos que esperar el tren del siguiente proyecto político.
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