Las descalificaciones no fueron para la Resolución del Europarlamento sino para la respuesta presidencial. Y es que en el polarizado ambiente mexicano, tensiones anulan razones e impiden cuando menos, un vistazo al origen de la circunstancia. Las reacciones son al botepronto, sin mediar el mínimo conocimiento antes de hablar. Excepto quienes tienen expertis en política exterior, derecho internacional o diplomacia, opinaron con sensatez.
El ex canciller Jorge Castañeda (NEXOS, 11/mar/22) y Pascal Beltrán del Río (EXCELSIOR, 12/mar/22) lo explicaron de forma didáctica en sus vertientes jurídica y política, un número importante de integrantes del Servicio Exterior descalificó tono y lenguaje, según la práctica diplomática. El agudo Porfirio Muñoz Ledo la calificó de emocional y dirigida a la política interior (REFORMA, 13/mar/22), la eurodiputada Inmaculada Rodríguez Piñero (EL PAÍS, 12/mar/22) la percibió desafortunada. Se le pasó la mano al presidente, dijo el investigador Lorenzo Meyer (Sin Embargo 13/mar/22).
Otras forma de opinión fueron el silencio de la Cancillería y los apoyos en desplegados de las y los gobernadores y la jefa de Gobierno de la Ciudad de México y la de la legislatura veracruzana, centradas en respaldar al presidente. La más congruente fue la del senador Ricardo Monreal, llamando al Parlamento Europeo a una reunión de alto nivel para dialogar sobre el tema motivo de la resolución. Digo la más congruente por ser facultad del Senado analizar la política exterior.
Hubo abundantes opiniones en los medios, algunas fundamentadas, la mayoría cuestionando, igualmente, la respuesta del presidente. Lo demás fueron meras descalificaciones y aprobaciones aventuradas en las que se percibía un desconocimiento del ente autor de la Resolución, su representatividad, y, sobre todo, el fundamento para decir lo que le dijo al gobierno mexicano que es donde, debiera centrarse la discusión con argumentos bien fundamentados y menos estridencia.
Lo importante es la naturaleza del asunto, entender la motivación, y fundamento para que un órgano supranacional de la Unión Europea conozca y vote una Resolución que atañe a un país de otro continente. Además su trascendencia. Primero es necesario verlo en clave de derechos humanos y después en el contexto económico: cuando de violación a derechos humanos se trata, el concepto de soberanía no tiene fronteras, es de interés universal, y es el caso que esa violación, llevada a la eurocámara por un grupo de sus integrantes, se refiere a un país que es su socio comercial. Así está explícitamente dicho en el cuerpo del documento votado.
En cuanto a la respuesta dictada por el presidente de la república, sirve partir de dos realidades indubitables: el titular del Ejecutivo es responsable único de conducir la política exterior, yerros y aciertos son constitucional y políticamente suyos. ¿Eso incluye las maneras del estilo personal? No deja de ser importarte, pero es innegable que rebasa la objetividad y solo apunta al modo disruptivo característico de este gobierno federal, generador de rechazo ante la fuerza de la costumbre. Ese es el otro elemento a considerar.
En nuestra ingeniería constitucional el contrapeso está en el Senado, donde el presidente tiene mayoría. Entonces quien tiene la palabra es la oposición en la legislatura. A sabiendas de que su minoría hace inviable un extrañamiento, podría solicitar una explicación del canciller si considera violentados los principios de la política exterior.
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