¿Habrá alguna frase que cause tanta inquietud al inicio de una relación de pareja como preguntar de qué va la relación?…
Se supone, que no debería ser motivo de inquietud, de presión y menos deserción el querer saber qué tipo de relación se está construyendo y qué se puede esperar o no en esta, sin embargo, hoy en día parece no ser tan sencillo, como si preguntar fuese el principio de obligar al otro a comprometerse, o si se estuviera tomando muy en serio la relación y esto pudiera asustar y como consecuencia ahuyentar a quien a penas empieza a considerar la relación.
Mientras tanto, por no querer verse “demasiado involucrada”, “intensa o tóxica” (términos muy inadecuados para describirse en un vínculo de calidad y que lógicamente descalifican y colocan en desventaja) quien quiere saber si va por buen camino en sus intenciones y conocer las de la persona con quien ha empezado a salir o ya se ha frecuentado por un rato e incluso si el trato ha traspasado las barreras de lo físico se “debe” esperar, no forzar, no mostrarse completamente disponible, tener cuidado de no decir antes “te amo” o presentar al otro u otra como novio o novia… ¡Qué lió!
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El qué hay diversos términos para definir una relación no es nuevo, solo que hoy en día hay muchos más, realmente el tema no es el tipo de relación, siempre y cuando las personas involucradas conozcan y acepten los términos y la dinámica de la misma, por supuesto, por convicción, porque es conveniente para ambos y no por miedo, dependencia o sumisión.
La verdad es que no saber que somos no es tan nuevo, en diversas historias las personas se conocen, comienzan a salir y se supone que en algún momento plantean qué tipo de relación esperan y ofrecen, así que cuando esto no ocurre no debería ser motivo de inquietud el deseo de hablar directamente del tipo de relación que se está sosteniendo, de hecho, la asertividad, la empatía y la comunicación efectiva son indispensables para construir y mantener un vínculo satisfactorio y libre de violencia.
Quizá, para algunos ya no sea necesario el preguntar si se aceptan cómo novios porque el trato en la relación lo da por sentado o porque se imaginan que ambos entienden que no va más allá de ser “solo amigos”, sin embargo, las suposiciones muy pocas veces son certeras, “adivinar” las intenciones, pensamientos y sentimientos del otro en múltiples ocasiones es el principio del fin, aún si se va empezando en la relación, incluso si está continua, aún en las parejas que llevan muchos años juntos.
¿Para qué saber qué somos?
Primero, para establecer la dinámica de la relación:
Saber, o por lo menos, tener idea qué somos novios, amantes, pareja abierta, amigos es la base de la relación.
Conocer lo que cada quien espera del tipo de relación que se tiene también ayuda a dar pie a la responsabilidad afectiva, las personas no son “cosas”, y es necesario reconocer y cuidar el efecto que pueden tener nuestros actos u omisiones en la autoestima y la salud fisura y mental de la pareja, así como el ser tratada o tratado sin consideración, respeto y validación emocional.
Las personas no son desechables, es válido, por supuesto, dar fin a una relación amorosa, pero la responsabilidad afectiva exige que esto se realice manteniendo un diálogo respetuoso y frontal, salvo cuando existe el peligro de ser violentada o violentado por la pareja y lo más sano y seguro es no volver a estar cerca del agresor o agresora, si no es así es recomendable sostener una conversación respetuosa, aún si es para despedirse y no desaparecer sin explicación alguna de la vida del otro, afectando emocionalmente a quien desconoce lo que sucedió.
No hay reglas generales que determinen la dinámica a establecerse en una relación amorosa, ni creencias exactas respecto a cómo se “debería” ser pareja que sean funcionales y efectivas para todas las parejas, cada una, dependiendo de las características de sus integrantes e incluso de su contexto y cultura se construye a sí misma… o se termina destruyendo.
Y al respecto, es básico saber que la relación puede terminar, pero quienes la integran no deberían quedar devastados cuando esto ocurre y para evitarlo es necesario elaborar el duelo, aprender de la experiencia y continuar con la vida, incluso de una forma más plena mediante el aprendizaje recibido durante y después de la relación.
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El “¿qué somos?” Da estructura a la relación, el cerebro suele buscar encuadrar las situaciones que vive, darles forma, esto da estabilidad emocional, paz mental y soporte a la autoestima.
Saber que esperar (aun con los posibles cambios que puedan suceder) es más sano que no tener idea, así es cuando existe interés y se dedica energía a la relación, de lo contrario, la indiferencia representa la ausencia de reciprocidad y lo que no es mutuo no florece.
Y recordar que la obsesión amorosa y cada uno de los “síntomas” que se experimentan al enamorarse no pueden estar presentes permanentemente en una relación, algunas personas presentan un tipo de adicción hacia lo que su organismo vive en el enamoramiento (entre otras razones) es por esto que van de una relación a otra en cuanto se termina la dosis que solían vivir en una relación.
El amor maduro es menos intenso, más estable y duradero, aunque si se toma la decisión de no amar más este inevitablemente llegará a su final.
Y bueno, a decir verdad, no todo el mundo quiere amar, hay quien busca compañía, otros desean solo sexo, tener un socio o socia, coincidir en la diversión… cada cual sabe lo que quiere de una relación o debería saberlo para exponerlo honestamente y sin emitir juicios la libertad de elegir cómo relacionarse es indiscutible, como lo es el derecho de la otra persona a estar enterada de qué va la relación, si coinciden y sobre todo, conectan emocional, sexual e intelectualmente ¡qué maravilla!, y si no, si los intereses van por diferente camino es válido, ojalá suceda sin engañarse ni dañarse de ninguna manera, ese es un compromiso que debería asumirse en cualquier tipo de relación, seamos lo que seamos.
¡Abrazos!
Lorena Patchen
Psicoterapia y conferencias.
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