YOLANDA

¿Pueden quitarnos nuestros derechos?

La legislatura saliente y el ejecutivo estatal pasarán a la historia como las autoridades que decidieron dar pasos importantes para saldar la deuda histórica que tenían con las mujeres y las disidencias sexo genéricas. En tres años se aprobaron 4 reformas muy importantes para nosotres:

  1. Reconocimiento de la identidad de género para personas trans.
  2. Matrimonio y concubinato para parejas del mismo sexo.
  3. Prelación de los apellidos, es decir, que las parejas puedan decidir el orden de los apellidos de sus hijes sin estereotipos de género.
  4. Despenalización del aborto voluntario hasta la semana 12.6 y adición de la causal vida.

Algunos días me cuesta creer que todo esto pasó en menos de 3 años y aunque el tiempo nos dejará ver los claroscuros, no podemos negar la alegría y el impacto que estas reformas tendrán en las generaciones que vienen. Ya están dando sus primeros respiros en nuestro estado las personas que nos dirán: ¿Cómo que el aborto, el matrimonio, los apellidos y la identidad no eran un derecho?

Para nosotres es más complicado, hemos luchado durante tanto tiempo por ello que el miedo a perder nuestros derechos es real… ¿pero lo pueden hacer?

La respuesta no es sencilla.

Teóricamente, un derecho humano como los que menciono arriba: no se otorgan, se reconocen. ¿Qué significa? Que independientemente de si está o no en una ley, esos derechos ya son nuestros por el simplemente hecho de ser personas.

Sin embargo, ejercer estos derechos cuando la ley y las autoridades no lo reconocen, es el gran problema de los derechos humanos. La lucha que dimos, damos y daremos es una cuestión más política que legal: nosotres estamos peleando porque se nos reconozca que somos humanos, personas y que se respete ese derecho que a los que ya se les identifica así tienen.

Ejemplo:

  • Las personas cis ya ejercemos el derecho a la identidad a través de nuestros documentos legales que coinciden con nosotres. Las personas trans no podían ejercerlo.
  • Las personas heterosexuales podían casarse o formar un concubinato, las personas de las disidencias no podían ejercerlo.
  • Históricamente, el apellido de los hombres iba primero y los de las mujeres desaparecían.
  • Los hombres cis tienen autonomía y libertad reproductiva plena. Las mujeres cis y personas gestantes, ahora y legalmente tenemos mayor agencia reproductiva, pero aún no es plena.

El ejercicio de los derechos humanos para nosotres es como llegar a una bifurcación: de un lado está la carretera libre que te lleva a tu destino pero probablemente el camino es largo y descuidado. Del otro, la de cuota que presume ser más rápida y cuidada. Que legalmente no se nos reconozca, no quiere decir que no estemos ejerciendo nuestros derechos. Las personas trans, las familias de parejas del mismo sexo, les hijes con el primer apellido de su madre y las mujeres y personas que abortan siempre han existido.

Las cuatro reformas ya están vigentes y en vigor. No es sencillo quitar nuestros derechos, ya que hay candados legales que no facilitan este proceso. Sin embargo, no es que debamos quedarnos de brazos cruzados. Además de que hay mucho por hacer, una manera de perderlos es si llegan grupos antiderechos a los tres poderes. Ya nos pasó en Puebla cuando teniendo el matrimonio igualitario, en este sexenio se hizo una contrarreforma porque a los grupos que están en el poder no les parece que sea un derecho.

Cuando estos espacios de poder son controlados por grupos anti, reformar las leyes y que entren en vigor, es más rápido que un pestañeo.

No bajemos la guardia, pero tampoco nos neguemos disfrutar estas victorias.


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