No voy a negar que es complejo hablar sobre el tema, por utilizar el adjetivo menos doloroso, pero, por más complicado que nos resulte es necesario. Pese a todo lo que se ha avanzado en la materia aún queda mucho camino por recorrer, todavía millones de padres, madres, hermanos y hermanas continúan buscando, todavía el dolor, la angustia y la impotencia consume a múltiples familias, y todavía el terror, el desamparo y la inquietud invaden vivir todos los días a las víctimas.
Vivimos en una sociedad violenta, con claras desigualdades de género, una sociedad donde el cuerpo, sobre todo el de la mujer, es visto como un objeto inserto en la lógica de mercado, donde se puede pagar por sexo, y la prostitución de mujeres, no importa de qué edad sean es una situación cotidiana.
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Desafortunadamente, el tema que a este texto concierne no es nuevo, de manera irónica es un viejo problema en un mundo de avances tecnológicos, hoy ya no se puede pensar que es una situación que involucra a unos cuantos, porque combatir este dilema implica no solo su reconocimiento, sino también compromiso y una voluntad férrea; pero sobre todo el reconocimiento de que la apatía puede condenar a niñas y niños a una vida llena de cicatrices y miedos severos.
Hoy más que nunca debemos preguntarnos ¿dónde está la integridad, respeto, entereza y honestidad de aquellos que aceptan comprar a una niña, niño o adolescente?, ¿no se supone que como adultos deberíamos protegerlos y no lastimarlos?
Las respuestas no son sencillas, sin embargo, sí debemos reconocer que la niñez es la etapa más significativa para el ser humano y la crueldad a la que ha sido expuesta nos insta a dejar de lado en ahondar sobre la filosofía de la violencia o los diferentes puntos de vista que hay acerca de ella y centrarnos en lo más importante: detenerla.
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Los números son implacables, de acuerdo a datos de la Organización Internacional para las Migraciones se calcula que cada día 3,000 niños son víctimas de la trata infantil alrededor del mundo y las ganancias generadas de la trata de personas, en particular de mujeres y niños, alcanzan los 10 mil millones de dólares estadounidenses anuales.
Incluso en información de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), presentada en el Reporte Global de Tráfico de Personas 2020 el número de niños y niñas entre las víctimas de trata se ha triplicado en los últimos 15 años, y el porcentaje de niños se ha multiplicado por cinco, y que en 2018 148 países detectaron y denunciaron alrededor de 50,000 víctimas de trata de personas. Sin embargo, dada la naturaleza oculta de este delito, el número real de víctimas es mucho mayor.
Dentro de los principales factores que han fomentado la trata de personas se encuentran: la pobreza, crisis humanitarias, falta de educación, legislaciones insuficientes y la adopción ilegal internacional, este último según la UNICEF, el número de infantes y niños de Guatemala vendidos a parejas que quieren adoptar en Estados Unidos y Europa ronda entre los 1,000 y 1,500 por año.
La batalla no va a ser sencilla, se necesita no sólo de decisión sino de valentía y de romper ciclos de silencio; silencio que a su vez engendra miedo, temor que a la larga produce indiferencia y esta última es precisamente la que más daño hace. He aquí donde entra el papel de cada uno de nosotros, ver una injusticia y no hacer nada, al final nos hace ser parte de ella.
*Analista en temas de Seguridad, Justicia, Política y Educación.
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