Pedro Salinas Flores es el organista de la parroquia San Antonio de Padua, en el municipio de Cuautepec de Hinojosa. De profesión licenciado en Química y dedicado a la consultoría ambiental, subraya en entrevista que la música litúrgica es su pasión.
Desde los 8 años este músico originario del Estado de México conoce lo que es la liturgia porque era monaguillo y confiesa que se quedó con intenciones de entrar al seminario, aunque muy pronto se sintió atraído por la música.
“Estudié la secundaria en Ciudad México, la materia de Música era curricular, el perfil que debíamos tener era la lectura musical; no concluí ahí los estudios, pero digamos que fueron mis primeros acercamientos a la música, empezando a tocar algunas piezas a flauta.
“A los 18 años me llamó la atención la música de guitarra, la de rondalla. Con canciones de guitarra fácil, una grabadora con un casete, medio empecé a estudiar las posiciones y fueron saliendo las primeras canciones”, recuerda.
Te recomendamos: Onésimo Ávila: obras del escultor hidalguense en Museo Grau, Colombia
Estudios universitarios junto al coro de iglesia
“Surgió la oportunidad de entrar a un coro cuando yo estaba en la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, en donde estudié la licenciatura en Química, nada que ver”, admite, pero recuerda que él sabía tocar la guitarra y la liturgia la tenía presente.
El coro en el que Pedro prestó su primer servicio fue el de la vicaría fija de San Lorenzo Sayula, que pertenece a la parroquia de Santiago Tulantepec. “Yo vivo en Santa Rita, estoy en medio de ambos lugares”.
“Ya en mi parroquia San Antonio de Padua, en Cuautepec, me doy cuenta de que existe deficiencia de coros, nada más había dos, y pido la oportunidad (al padre Joel Salgado†) de entrar cuando se sale el coro de la misa de la noche. Comienzo a formar un coro bajo mi responsabilidad con familiares, llama la atención y se integran jóvenes”.
Todo era con guitarra y pandero y algunas nociones de percusiones que tenía el estudiante universitario.
El conocimiento es inmenso: Pedro
Tiempo después, Pedro es enviado a la comisión de la Diócesis de música litúrgica para que se formara. “Comienzo a conocer documentos de la música litúrgica emitidos por el Vaticano, varias cosas que empiezan a cambiar mi modo de tocar y las piezas que se tocan dentro de la liturgia”. Ahí también conoció el latín en cantos propios de la liturgia.
“Siempre digo que el padre Jorge García Arroyo es como si hubiera sacado un barquito de papel de un charco y lo pusiera a flote en el mar, porque todo el conocimiento de la música litúrgica es inmenso”.
El primer Congreso Nacional en el que participó (en Tijuana, febrero de 2019) lo califica como una explosión de emociones y de conocimientos que comparte a los integrantes de sus coros en Cuautepec. “Lo propio es el órgano, no significa que queden excluidos todos los demás instrumentos”, refiere.
La preparación de Pedro continúa en congresos, en taller de canto gregoriano. El confinamiento por la pandemia le permitió practicar este arte. Conoce a organistas y compositores de lectura musical e inicia ejecución en teclado.
“Nunca he tenido un maestro, lo que voy adquiriendo de manera empírica es lo que se va reflejando ahí. La música que ejerzo se escucha un poquito más digna en la liturgia”, asegura.
Puedes leer: Escuela de Música de Hidalgo: movimiento estudiantil recrimina aumento de colegiaturas
Siembra la semilla para futuros organistas
El también profesor de música en dos escuelas católicas es el único organista en su parroquia y de la foranía compuesta por la parroquia de San Antonio de Padua, Santiago Tulantepec, San Lorenzo Sayula, Tecocomulco, Santa María Nativitas y el Paredón.
“Somos una especie en peligro de extinción porque se le da mayor preferencia a algo más sonoro, más rítmico, como es la guitarra con mandolinas y percusiones, a lo que podría ser algo más solemne como la música de órgano”.
Anunció que para quien tenga interés en ser músico litúrgico está a punto de iniciar la Escuela de Música Sagrada de la diócesis de Tulancingo, “vamos a tener la oportunidad de tener una sede más cercana para poder formarnos”.
Confundimos triste con solemne, afirma
Pedro Salinas Flores se define como un artista de Dios, que no toca para el aplauso de la gente, sino para unirse al pueblo en oración, “nosotros somos ministros del canto, esa es mi pasión, servir a Dios, cantar, tocar”.
“La música en la misa nunca es triste, lo que confundimos con lo triste y aburrido es la solemnidad, la alegría o la dignidad del canto se ve reflejado en la ejecución del mismo y en la preparación que tengan los cantores.
“No es aburrido, si pusiéramos atención a toda la riqueza que estamos llevando en la liturgia dejaríamos de pensar que es aburrido y lo empezaríamos a ver como algo solemne”, insistió.
Explicó que el canto hace que fluya un poquito más la parte sentimental del ser humano y dentro de la liturgia se busca que el canto tenga tal solemnidad, que el alma se eleve en oración a Dios.