Simón Vargas

Para reconstruir la confianza es necesario enfocarnos en la educación cívica

“Intenta no volverte un hombre de éxito sino volverte un hombre de valor.”

Albert Einstein

Es innegable que la credibilidad de algunas instituciones en nuestro país ha quedado superada por la inseguridad, el crimen y la corrupción; de acuerdo a la Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental (ENCIG) 2019 solo un 43% de la población confía en los servidores públicos y un 33% en las policías ¿Cómo reconstruir la imagen de servicio y alejar la desconfianza? Replanteándonos los compromisos sociales, involucrándonos en el desarrollo integral de nuestra nación, partiendo de los valores, pero sobre todo apelando a la conciencia cívica.

Frente a la compleja situación que vivimos, el civismo se debe convertir en un punto de inflexión para hacer lo justo, en el momento adecuado y por la razón correcta; ésta importante materia hoy más que nunca debe fortalecer la convivencia social entre las personas y transformarse en un tema significativo para ser abordado principalmente en todas las áreas de la vida.

El compromiso civil debe retomarse con más fuerza que nunca. Es por ello que el laboratorio de ideas conformado por académicos y expertos en análisis y formulación de políticas RAND Corporation publicó una investigación en la que se destaca que la educación cívica podría desempeñar un papel prometedor en el esfuerzo de mitigar la denominada decadencia de la verdad porque las escuelas también pueden ayudar a los estudiantes a convertirse en ciudadanos responsables, aunque desafortunadamente, hasta el momento la educación cívica es a menudo superada por otras materias que consideramos importantes para la preparación escolar.

Hoy se requiere de personas comprometidas, responsables e íntegras, que antepongan el bienestar social frente al personal, la confianza puede comenzar a restituirse si reconocemos que no todo depende de las instituciones, sino que el trabajo es compartido y que además las organizaciones se basan en el capital humano, por lo que enfocarnos en los jóvenes resulta primordial.

El 2020 nos ha enseñado que nada es permanente, que como bien lo diría el filósofo griego Heráclito: “Lo único constante es el cambio”, y hoy más que nunca la reorganización social y en todos los niveles, desde el local hasta el internacional, nos exige que le demos la importancia necesaria al civismo para colocarlo como un pilar fundamental que nos permita reconstruir aquello que por años se ha descuidado.

Es innegable que aún atravesamos por momentos complicados, que probablemente la situación económica, política y social continúe siendo critica, pero también es cierto que, si trabajamos unidos, anteponiendo el bien social, y creando una cadena en donde se entrelace la ética, la moral y los valores humanos, posibilitaremos actitudes cívicas que estimularán el sentido de pertenencia activa a la comunidad nacional.

*Analista en temas de Seguridad, Justicia, Política y Educación.

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