Pachuca y su zona metropolitana sufren una crisis de movilidad que todos los días pone en aprietos a sus habitantes.
No se trata solamente de los congestionamientos viales cotidianos, que se han agravado por las obras de reconstrucción de bulevares como el Minero y el Nuevo Hidalgo, sino del mal estado y saturación del transporte público.
Hace unos días el titular de la Unidad de Planeación y Prospectiva del gobierno estatal, Miguel Ángel Tello, explicó que están por concluir con una reestructuración del Tuzobús, pues si bien funciona, está lejos de ser eficiente.
Desde que se puso en marcha, el Tuzobús acumula quejas por su lentitud y por su intrincada red de alimentadoras, cuya lógica no acaba de convencer a los usuarios casi una década después de que se puso en marcha.
Y aunque no dio detalles de la reestructuración del sistema de transporte, es claro que el Tuzobús necesita una reingeniería financiera y de rutas, pero además requiere un plan para renovar sus unidades que frecuentemente tienen que ser rescatadas por averías durante sus recorridos.
El propio funcionario dio algunos detalles que nos dan una idea del problema que enfrenta el Tuzobús, por ejemplo, que cinco paradas se proyectaron con una demanda superior al 300% de lo que tiene actualmente.
Peor aún, la demanda prevista para el Tuzobús “es casi el doble de usuarios de los que se tienen”, y la meta que se tenía para estas fechas llegará, pero dentro de 15 o 20 años.
Por eso hay que poner la lupa sobre el plan que presente el gobierno estatal para rescatar el Tuzobús pues, aunque tiene grandes defectos, es una opción de transporte de calidad que permite a los usuarios hacer sus traslados con cierta tranquilidad.
Sólo es necesario salir de la zona de influencia del Tuzobús para ver otra realidad: la del transporte convencional, que enfrenta defectos aún más complejos. La inseguridad y la saturación son algunos de los problemas que enfrenta y que menguan la calidad de vida de miles de personas a quienes no les queda de otra más que seguir padeciendo en sus traslados.
Y como el transporte que tenemos es de mala calidad, las familias optan por comprarse un automóvil, o dos, para evitar sufrir en el transporte público, lo cual ya produjo otro problema: la saturación de las vialidades en la capital hidalguense.
El regidor capitalino, Manuel Canales, propuso a finales del mes pasado establecer un programa para restringir la circulación de automóviles, debido a los constantes embotellamientos que provocan los casi 100 mil vehículos que transitan diariamente.
El gobierno estatal tiene ante sí una tarea complicada, pero impostergable: la crisis de movilidad que sufre la capital hidalguense. Lo malo es que no sólo no hay tiempo, sino que ya vamos atrasados para solucionarla.